Un emprendedor despierto
El presidente de Astroc, Enrique Bañuelos, ha sido uno de los mejores intérpretes de las posibilidades que ofrecía la figura del agente urbanizador consagrada por la legislación autonómica valenciana en 1994. Con apenas 40 años, natural de Sagunto y licenciado en Derecho, Bañuelos ha amasado una fortuna cimentada en la urbanización de la playa de Canet d'En Berenguer, que le ha llevado a ser el primer accionista privado del Banco Sabadell, vecino de Nueva York y mecenas a través de su propia fundación.
Bañuelos, huérfano de padre desde los nueve años, inició su carrera como empresario con apenas 18 años cuando se desmantelaba la siderurgia pesada de su localidad natal. Aprovechó las condiciones de las ayudas para el fomento de cualquier tipo de actividad económica en la comarca castigada por la reconversión industrial para montar una empresa dedicada a la producción y comercialización de miel, Miel de Luna, "que presentaba como delicatessen", recuerda uno de los responsables de Caixa Sagunt que aprobó su primer crédito. En apenas cinco meses, Bañuelos había vendido su primera empresa y dejaba entrever una de los rasgos de su posterior carrera. "Nunca se aferra a nada por razones sentimentales, sabe entrar y salir de los negocios en el momento más conveniente, y sacar tajada", comenta la misma fuente.
Uno de los promotores valencianos más veteranos y solventes profetizó hace cinco años a sus colaboradores que Bañuelos daría mucho que hablar: "Nunca he visto a nadie con las ideas tan claras y la cabeza tan despejada, sabe muy bien lo que quiere".
La gran oportunidad para un emprendedor despierto la brindó la posibilidad de promover la urbanización de suelo sin necesidad de ser titular del mismo, una vía que abrió la Ley Reguladora de la Actividad Urbanística que impulsó el último gobierno socialista de la Generalitat Valenciana en 1994. La ley buscaba agilizar el desarrollo del suelo urbano previsto en los planes de ordenación municipal y que los propietarios evitaban mover por razones especulativas.
Bañuelos empezó a actuar en su comarca, el Camp de Morvedre, con apoyo de una sociedad instrumental de Bancaixa. La urbanización de la playa de Canet, donde levantó 5.000 viviendas, supuso el gran salto y la especialización en la gestión de suelo. "Astroc no construye, no contrata obreros ni electricistas, sino que vende pastillas de suelo urbanizado listo para construir", comenta un paisano de Bañuelos y consejero de Bancaixa.
Una modalidad de negocio que fue muy bien recibida por los inversores cuando Bañuelos decidió sacar Astroc a bolsa en mayo de 2006. Apenas siete meses después, la cotización de la compañía se ha revalorizado un 500% con una capitalización bursátil superior a los 5.100 millones. Bañuelos se reservó el 75% del capital en origen. A día de hoy conserva el 51,6%, tal como anunció. Amancio Ortega, propietario de Inditex, es el último accionista con un paquete significativo en Astroc, una nómina que incluye a Carmen Godia, del Grupo Godia y vicepresidenta de Abertis; Felix Abanades, presidente del Grupo Rayet; o el Grupo Nozar.
Bañuelos evita el escaparate a toda costa, su imagen pública la construye a través de la Fundación Astroc, mecenas hasta el pasado octubre del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) , promotora de la paella en el mundo y titular de sedes en Madrid, Calvià (Mallorca), Valencia y Nueva York.
Manhattan parece ser su próximo reto. Y la banca le atrae bastante más que el negocio de la energía. Quienes le conocen aseguran que ya controla un buen pico del BBVA.
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