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Columna
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Pequeño gran país

Fatoumata Saar, Fatou, es un bellezón de diez años que a los cuatro dejó su pueblo de Senegal para vivir en A Coruña con sus padres, que se instalaron aquí con la ayuda de una ONG. Hoy Fatou habla gallego y español como el resto de coruñesas, y se comunica en wolof con gran parte de sus amigos, senegaleses que también han ido llegando a Coruña. Fatou colabora con la misma ONG haciendo de traductora para los que acaban de llegar, ayudándoles con los dos idiomas. De mayor quiere ser abogada o médica, y cuando le preguntan qué es lo que más le gusta de Galicia dice que "o pulpo e o Corte Inglés". Quien se lo pregunta es la presentadora Yolanda Vázquez y lo hace en el Pequeno Gran Show, mi progama favorito de la TVG. Y el más innovador. No por el formato, que es importado y cumple la función de entretener, más de lo que se puede decir de otros engendros autonómicos sobrados de pretensiones. Es innovador aunque sólo sea por el hecho de que nos presenta a unos compatriotas que no habíamos visto antes. Aquí, unos amigos.

Desde Ana Kiro se echaba en falta un talk show, que es ese denostado género de programas en los que gente anónima habla de sus preocupaciones, sea el Celta, la psoriasis o un marido infiel. Programas que si se hacen bien nos dan muestra de la gente que nos rodea, nos sirven para conocernos un poco más a nosotros mismos. Tal vez por eso no hay ninguno en antena en este momento. Nos suele dar vergüenza vernos en la televisión.

Con los niños es distinto. Hacen gracia, cantan, bailan, les sueltan un buen merengazo a sus padres ... Son los santos inocentes. Sin embargo, ahora mismo son el único espejo que tenemos. Por fin uno que nos da buena imagen, y además toda la chispa y la frescura que ha perdido en general nuestra resesa fauna televisiva. No resulta menos inocente alegrarse de ver a tantos niños hablando gallego en televisión, pero es que para mucha gente es una imagen inédita en estos 20 años de TVG. Y ya no hablo de aquellas criaturas que sobreviven en aldeas hablando lo que se suele decir "un gallego precioso", sino a toda una nueva generación de chavales que si bien tienen el castellano como lengua materna no encuentran problemas en hablar un más que correcto gallego con quien tienen delante. Lo han aprendido en la escuela y lo hablan y escriben mucho mejor que sus padres, y hasta lo aprecian más. No puedo evitar que se me caiga el lagrimón al ver a Fatou o a otros niños más pequeños, hijos de ingleses, de árabes, de dominicanos, hablando con naturalidad un idioma que a muchos aún les causa conflicto. Ellos, junto a los más consentidos Brais, Xianas, Aroas y Sergios, son los gallegos de un futuro cada día más cercano. En sus ojos podemos ver las historias recientes de cientos de familias en este país, y puede que sean la excepción, pero son el ejemplo: algo que entra dentro de las funciones de la televisión pública y que además cunde entre la audiencia. Ya no es poco.

Por supuesto que los niños han salido de cástins, y seguro que los guionistas del programa han sudado tinta en busca de gracia, telegenia y ese "gallego precioso", ya fuera urbano o rural. Pues si así ha sido, bien por ellos. Por patearse Galicia en busca de personas nuevas, en vez de conformarse con los tópicos que hasta hace poco funcionaban. Recuerdo una frase de Tinet Rubira, el director de Operación Triunfo: "En los cástins no buscas, encuentras". No por escogidos son estos niños menos reales, y en la era de la telerrealidad esto el público lo agradece. Muchos más cástins de personas eran lo que hacía falta.

Porque uno de nuestros déficits identitarios está en que conocemos pocos gallegos, en general y en comparación con la cantidad de españoles que vemos por la televisión. En nuestros medios sólo aparecen políticos, intelectuales, de vez en cuando algún deportista y cuando queremos ir de modernos, dilleis. Quitando a la bendita prensa local, cuyo lógico localismo hace que los coruñeses conozcan a pocos vigueses, y los de Vigo no estén muy seguros de si Lugo existe realmente o no, y además se la traiga floja. ¿Dónde está, pues, el galleguismo fetén? Lo dicho: no busquen, encuentren. Hay un montón de gente estupenda a su alrededor.

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