El Depor entra en barrena

Riazor ha bajado los brazos. Es lógico. El Deportivo ya no contagia ilusión. El Athletic se aprovechó de un equipo desconcertado para encadenar su segunda victoria consecutiva. Acababa de amanecer el partido cuando Javi Martínez remató a placer un córner botado por Iraola. Silencio. Ni un reproche. Nada. Como lo que sucedió en el campo.

Hace tiempo que se añora fútbol por estos pagos. Fue un partido de los difíciles de ver. Como se esperaba, Deportivo y Athletic se entregaron al recurso del balón parado para coquetear con el gol. El Depor puso el empeño, el Athletic, los goles, que es lo que cuenta.

Mané está obrando un milagro. Ha conseguido despertar a unos futbolistas que parecían condenados y, de paso, ha acercado al Depor al grupete de los candidatos al descenso. Caparrós intenta cada jornada lo imposible. Hace crucigramas con la alineación y propicia que sus bisoños jugadores casi no sepan dónde juegan. Para remediar una situación de dos puntos de 21 posibles, se cargó las canas de Coloccini y Sergio en el centro del campo. Apostó por De Guzmán, que no había disputado ni un minuto en la Liga, y por Juan Rodríguez para ordenar la línea de creación.

Pero la vuelta de tuerca tampoco le resultó. El Depor ya suma ocho partidos sin conocer la victoria. Mané supo en todo momento lo que quería. Presión para que el Depor no se sintiese cómodo sacando la pelota y aguardar a que a Yeste se le encendiese la bombilla o a que Urzaiz acudiese a la cita con el gol. El Depor señaló el encuentro como una final. Comenzó con brío, pero en cuanto el Athletic se adelantó en el marcador, entregó la cuchara. Intentó poner remedio al asunto con balones a balón parado. A punto estuvo de llegar Arizmendi a un saque de falta, a punto estuvo de tragarse Aranzubia otro lanzamiento de Verdú, a punto estuvo Cristian de rematar bien uno de los pocos centros que llegaron al área en condiciones. A punto... Es el estigma de este Depor, que juega en un continuo estado de nerviosismo.

Ante estas circunstancias, el Athletic se sintió cómodo y, tras el gol, convirtió el partido en un trámite. Incluso Urzaiz estuvo a punto de aprovechar una pifia entre Aouate y Juanma. El bravo delantero reclamó luego un penalti sospechoso, como también lo hizo a continuación Riki. Con los cambios pergeñados por Caparrós, el Depor se quedó sin centro del campo. Era tarde. El Athletic, también por medio de Javi Martínez, consiguió el segundo cuando ya viajaba a Bilbao con los tres puntos. El Depor entra en barrena.