"No conozco el miedo"
"Lo que no hay es un descanso adecuado. El número de partidos ha aumentado y el de efectivos ha disminuido. Pero tenemos la sensación de ser un equipo ligero, veloz y fresco", explica Quique [Sánchez] Flores (Madrid, 2 de febrero de 1965), el entrenador del Valencia, al preguntársele sobre la posibilidad de que las múltiples lesiones de sus jugadores se deban a un exceso de entrenamiento.
Pregunta. ¿Por qué se cayó el Valencia, bajas aparte, tras un arranque muy bueno del curso?
Respuesta. En el anterior tuvimos jugadores aguerridos en las bandas, como Angulo, Regueiro o Vicente, cuya ayuda al centro del campo es muy grande para encajar un sistema defensivo. Ahora, Joaquín y Silva son distintos. Pero, sobre todo, hemos perdido la raíz del sistema: Marchena o Albelda. Somos un conjunto sólido que acaba imponiéndose por aplastamiento.
"Capello siempre ha jugado a lo mismo: muy sólido atrás y muy buenos futbolistas en la punta para resolver"
"No temo lo que temen los entrenadores: el partido, el vestuario, la soledad... En fin, me gusta mi profesión"
"El salto que dio (el Madrid) cuando entró Guti fue muy grande. No le veo relevo. Su baja es una prueba para ellos"
"Vengo de una familia muy luchadora salida de la nada: mi tía (Lola Flores) murió con 72 años trabajando"
P. Al no disponer de Albelda, ¿se planteó cambiar la forma de jugar y tener más el balón?
R. No hemos sido fuertes en ese aspecto nunca. Ni cuando se ganó la Liga y la Copa de la UEFA. Este equipo tiene sus orígenes y los futbolistas se sienten incómodos cuando se les intenta cambiar. El balón no es la panacea del juego ofensivo.
P. Se le reprocha cierta contradicción al haber predicado en su época de analista un fútbol con más posesión de la pelota.
R. Analizaba cada equipo. La inteligencia está en aprovechar los recursos. Individualmente, había jugadores que me gustaban más que otros, como Aimar, a quien dimos muchos partidos.
P. ¿No podría jugar sin un medio centro defensivo?
R. Podría, pero he combinado a Edu y Baraja en la pretemporada. Quedó resumido en el segundo tiempo contra Osasuna, cuando se lesionó Albelda. Lo intentamos luego con Jorge López y Hugo Viana y tuvimos más pérdidas, menos fortaleza defensiva, menos juego aéreo y menos recuperación.
P. Ha optado por Pallardó.
R. El momento colectivo no favorece la adaptación de un canterano. Trabajamos para que sea más correcto en el manejo del balón, pero nos da buenas sensaciones físicas para apretar y recoger basura en el medio del terreno.
P. ¿Sus propios errores?
R. Tengo la obligación de revisarlo todo. Pero, finalmente, nos hemos roto en dos líneas de tres: en el medio del centro del campo y en el medio de la defensa e incluso en el lateral izquierdo. Recomponer eso es muy complicado.
P. ¿Trabaja bien el ataque?
R. Sí, tenemos evoluciones colectivas en las que hay movimientos predeterminados. Intentamos crear una memoria en el futbolista en movimientos de arrastres para que se generen espacios. Nada distinto a hace dos meses.
P. Los futbolistas bajaron casi todos en su rendimiento hasta enfrentarse al Olimpiacos, cuando volvieron a subirlo. ¿Tuvo algo que ver el regreso de Baraja?
R. Baraja tiene un empaque y un coraje que influye en el resto.
P. ¿Ha dañado el elogio a Villa?
R. Es muy difícil asimilar tanta burbuja y tanta luz a los 24 años. Es buen profesional, pero debe evitar aislarse del grupo.
P. ¿Y Joaquín?
R. Tiene un gran margen de mejora. Está intentando encadenar esfuerzos, defensivos y ofensivos, que antes no hacía. Tiene que aprender a jugar con los espacios. Es muy hábil en el regate y las asistencias, pero debe saber elegir cuándo ir por dentro o fuera, cuándo amagar y recibir la pelota delante o detrás: las fases de un extremo.
P. Con tanto esfuerzo, ¿no lo desaprovecha ofensivamente?
R. No es tanto. Defensivamente, un interior está encajado o presionando. Hay que ser muy mecánico en eso. Pero, con la velocidad y la juventud que tiene, le va a quitar muy poco de ataque.
P. ¿Le ha sorprendido Silva?
R. Representa la cantera de verdad: dos cesiones y ya es letal. Lo tiene todo. Velocidad, regate, gol, físico... Y no se arruga. Choca y va. Antes de conocerlo, me abrió los ojos al enterarme de que hizo todo lo posible por llevar el número de Aimar: el 21. Un valiente.
P. ¿Ha sido injusto con Tavano?
R. Veo cómo se entrena, lo que sufre para adaptarse a la ciudad, a sus compañeros... Intentamos comprenderlo. Pero no lo puedo llevar a batallas que va a perder.
P. Hay jugadores que juegan mejor que se entrenan.
R. En eso no creo. Romario hay uno. Y Ronaldo, cuando no se entrena, está fuera de peso y no puede jugar. Es lógico que el público quiera ver a Tavano, pero quien tiene información sobre él es el cuerpo técnico.
P. ¿Teme la ira de la grada?
R. Como jugador y aficionado, he visto pitar a muchos entrenadores en Mestalla. Procuro ver lo máximo, pero oír..., no oigo nada.
P. Cuando dijo "aguantaremos como podamos hasta diciembre", ¿despreció a los suplentes?
R. Quise lanzar un mensaje de exigencia, no de miedo.
P. Subraya mucho los errores de los jugadores. ¿No merma su confianza?
R. Hemos cometido más errores cuando nos hemos debilitado con los jugadores. En la temporada pasada hicimos pública la señalización de los fallos y reaccionaron. Tienen que verse en el espejo.
P. ¿Ha enseñado Fabio Capello algo tácticamente?
R. Siempre ha jugado a lo mismo. En el Madrid en el que yo participé dos meses fue eso: muy sólido atrás y muy buenos futbolistas en la punta para resolver. Poca posesión y bastante envío largo.
P. Sin Guti, ¿tiene creatividad?
R. Es una prueba para ellos. El salto que dieron cuando entró fue muy grande. No le veo relevo.
P. Capello tiene la confianza de Mijatovic y Carboni se la niega a usted. ¿Cómo lleva la presión?
R. Bajando la cabeza al grupo y evitando la fractura del vestuario. Trabajando con normalidad e impartiendo justicia. El grupo es joven y sabe lo que ve.
P. ¿Pensó en abandonar?
R. No va conmigo. No conozco el miedo. No me preocupa dónde cumplir mi etapa de entrenador, sino hacerlo de la manera más profesional. Hay que ser fuerte, como lo fueron Cúper y Benítez, que lograron sus objetivos.
P. El miedo mueve el mundo.
R. No temo lo que temen los entrenadores: el partido, el vestuario, la soledad... Me encanta la soledad, el vestuario me parece gente normal y los partidos son el momento de resumir el trabajo semanal. En fin, me gusta mi profesión.
P. A veces transmite una imagen de prepotencia.
R. Podría ser. No estamos acostumbrados a que las personas se dirijan de manera directa.
P. ¿Es vanidoso al expresarse?
R. Sería muy triste que tuviera que ganarme el respeto a base de hablar mal o equivocarme. Como técnico me muestro igual que como persona. Voy por la vida intentando argumentar lo que hago. El fútbol es un circo por el que quiero transcurrir sin que me cambie.
P. Cuando amplió su contrato, le echaron abajo un proyecto muy ambicioso. ¿Por qué firmó?
R. Cuando llegué, era la aventura más díficil que me podía plantear: reflotar a un equipo de un peso tremendo, sacar la autoestima de jugadores tan importantes... Me hizo ilusionarme tanto que tenía mucha fuerza para el siguiente proyecto, éste. No tener todo el respaldo no me quitó ilusión. Tenía que defender algo que habíamos merecido el año anterior.
P. Cuando dijo que sacaría su raza, ¿se refería a la gitana?
R. Seguramente. Vengo de una familia muy luchadora salida de la nada: mi tía [Lola Flores] murió con 72 años trabajando; mi madre, de 70, trabaja; mi padre lo ha debido dejar hace poco... Tenemos mucha energía, pero no trabajamos más que la mayoría de las familias.
P. ¿Cuál es su parte creativa?
R. Tengo impulsos y pensamientos, pero no un lado creativo.
P. ¿Le gustan los toros?
R. Es un mundo que conozco porque mi abuelo, el padre de mi madre, me lo explicaba.
P. ¿Y lo de los banderilleros [así alude Carboni a Quique y sus colaboradores]?
R. Peyorativo. El mundo del toro me merece todos los respetos. Aquí somos banderilleros, picadores, mozos de espadas, apoderados... Me lo tomo a broma.
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