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Reportaje:

El sueño de hacer llover

El bombardeo químico de algunas nubes permite que descarguen más agua, pero no basta para paliar la sequía

Carmen Morán Breña

Cuando los curas se empeñan en que llueva sacan a los santos a la calle. Ahora, los que están empeñados son los políticos, y recurren a la ciencia. Pero la ciencia no tiene poderes mágicos, aunque a veces, lo parezca. ¿Pueden hacer llover a las nubes? La compañía pública de agua de Israel Merkorot ha exportado a varios países su sistema de inyectar yoduro de plata en las nubes mediante el bombardeo desde aviones. La presidenta de la Comunidad de Madrid se prendó del sistema en un viaje a ese país y dijo que lo pondría en marcha en su comunidad, pero en la actualidad se limitan a decir que lo están estudiando.

El sistema no es una locura de Israel. Ya se probó en Valladolid en los años setenta con la comunidad científica internacional pendiente del cielo. La Organización Meteorológica Mundial decidió a partir de aquello que se conseguía intensificar la precipitación cuando ya llovía, es decir, mejorar la eficacia de la nube, pero decidieron que no invertían más dinero en ello.

La pertinaz sequía devuelve ahora a la actualidad aquellos experimentos con una batalla política y agrícola de fondo que el experto José Luis Sánchez quiere ayudar a poner en su sitio. Sánchez es catedrático de Física y director del Laboratorio de Física de la Atmósfera de León. Es especialista en Modificación Atmosférica. Y dice: "No se puede intervenir sobre la mayoría de las nubes; sólo en algunos tipos de ellas y en determinadas condiciones se puede influir para que precipiten". Se trataría, explica, de incrementar el tamaño de la gota de agua hasta que alcance entre uno y dos milímetros, que es cuando precipita. Y eso, a veces, no siempre, se consigue inyectando en la nube yoduro de plata. "Otra posibilidad es juntar dos nubes que están una encima de la otra con un espacio en medio, como un sandwich. Eso ensancha la nube y puede favorecer la precipitación", dice Sánchez.

Pero todo ello es complicado. "En 100 días podríamos tener dos o tres situaciones favorables para intervenir", dice, porque no siempre las nubes y las condiciones son las adecuadas. En periodos de sequía, prácticamente es imposible, por esa razón. "Lo difícil de verdad es encontrar el tipo de nube". Si en España es complicado, en Madrid mucho más, según Sánchez, por una razón sencilla: el intenso tráfico aéreo en la zona, que no posibilitaría el uso de aviones para intervenir en las nubes. "Más fácil, barato y exitoso sería elevar las precipitaciones de nieve, algo que se podría hacer en la sierra de Madrid, porque no requiere aviones, se actúa directamente sobre las nubes pegadas a las montañas y actuando de noche", explica este especialista.

Por otra parte, quiere zanjar los recelos que hay entre zonas limítrofes, porque se piensa que si se hace llover a una nube aquí, no descargará allá, siguiendo su ruta natural. "No es verdad que podamos trasladar las nubes de un lado a otro. Las nubes que precipitan tienen en su interior cientos o miles de toneladas de agua; no podemos mover eso. De esas toneladas precipitan entre un 10% y un 15%, y luego se van a otro sitio, o no. Si se trasladan y van a precipitar después, lo harán igual, o incluso mejor, porque han descargado una parte" y las gotas pueden engordar en su interior y caer.

Y ¿qué hay de la contaminación que produce el yoduro de plata? "Hay consenso sobre esto, no es verdad, porque la cantidad que se utiliza es mínima. En una nube se echan unos 150 o 200 gramos de yoduro, algo muy difícil de detectar cuando llueve. Un gramo de yoduro actúa en 1.000 billones de gotitas", añade Sánchez.

El Ministerio de Medio Ambiente dice que cualquier solución a la escasez de sequía podría ser experimentada, pero no encuentra pruebas suficientes para garantizar el éxito en este sistema.

Se puede hacer llover a una nube, pero quizá no cuando hay sequía. Ni con la ciencia, ni con las rogativas.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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