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La boda católica de Tom Cruise y Katie Holmes, una "misión imposible"

Enric González

Todo está a punto para la ceremonia: el hermoso castillo Odescalchi de Bracciano; el traje de la novia, confeccionado por Giorgio Armani; la voz de Andrea Boccelli para entonar el Ave Maria; y las 30 limusinas con chófer. El problema radica en la propia ceremonia. La boda de Tom Cruise y Katie Holmes, prevista para el día 18, se perfila como una "misión imposible". Porque el párroco de Bracciano no casará por el rito católico a una persona divorciada dos veces, como Cruise. Y la alcaldesa de Bracciano dice que no puede oficiar un matrimonio civil porque no ha recibido los documentos necesarios.

Según están las cosas, parece que sólo la Iglesia de la cienciología, a la que pertenece el novio, está dispuesta a oficializar el matrimonio. Las bodas cienciológicas, sin embargo, no tienen validez en ningún lugar del mundo. Habrá que esperar a última hora para comprobar si la célebre pareja de actores consigue superar todas las trabas. La burocracia italiana goza de renombre por su espesura, pero también por su fantasía. El agente de la pareja, Arnold Robinson, aseguró ayer a la agencia Reuters que Cruise y Holmes estaban haciendo "todos los arreglos necesarios" para que su boda fuera legal.

La vía civil aún es quizá practicable. La propia alcaldesa, Patrizia Riccioni, asegura que estaría encantada de que el matrimonio pudiera llevarse a cabo. El párroco de Bracciano, Nicola Fiorentini, se muestra, en cambio, inflexible. Hasta el punto de haber confeccionado un cartel en el que anuncia que en el castillo Odescalchi podrá celebrarse cualquier cosa menos una boda católica. No sólo por la condición de divorciado de Tom Cruise, sino porque el actor, en busca del más difícil todavía, aspira a combinar una doble ceremonia católico-cienciológica. La Iglesia católica no está dispuesta a participar en nada que huela a cienciología, considerada "peligrosa" por el Vaticano. Cruise y Holmes desean que su enlace esté rodeado del máximo romanticismo, y han elegido Bracciano, hermoso paraje junto a un lago, a unos 40 kilómetros de Roma y el castillo Odescalchi, del siglo XV, que cumplen todos los requisitos. También están atentos a lo práctico. Según el diario Il Messaggero, la pareja ha acordado que el que traicione al otro en el primer año de matrimonio pagará a la parte lesa una compensación de cinco millones de dólares.

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