Los atributos del corazón

Por pelotas

Hay que ver a González Pons decir que a partir de ahora Joan Ignasi Pla será conocido como Joan Mijatovic Pla para saber cómo se las gasta este conseller que parecía tan modosito. El tal Mijatovic no es otro que el futbolista montenegrino que abandonó el Valencia para jugar en el Madrid, y que fue por ello tildado de traidor. Por una vez, el en otro tiempo educado conseller desplaza los tiros hacia Madrid en lugar de hacia Cataluña. Por lo demás, no es cierto que todos los valencianos lleven al Valencia C. de F. en el corazón, un músculo problemático donde las personas acogen a los que aman y no a sociedades anónimas disfrazadas de deportivas. Juan Soler compró la presidencia del histórico club de fútbol para seguir con sus negocios. Así que menos dar la vara con el corazón, las peñas y la afición futbolera: es el constructor el que se embolsa los millones, no el dominguero admirador de Villa. Con Rita de mamporrera.

'L'inclement' Eliseu

La librería Tres i Quatre no ha sido solo ese local donde el patriotismo facha pillaba siempre por el medio a Gustau Muñoz en sus incursiones, no; también fue un estupendo y algo insólito lugar de encuentro, donde el eterno Eliseu podía organizar sin comerlo ni beberlo una sesión en la que Guillermo Altares departía con los miembros del grupo UEVO sobre el futuro del teatro, en castellano, aunque tengo para mí que ni los de UEVO ni el periodista de Madrid supieran muy bien qué pintaban en ese agradable embrollo, circunstancia en la que puede apreciarse una de las más notables características de Eliseu Climent, que es la astucia para hacer pasar como improvisado un propósito muy firme, tanto como para rehabilitar El Siglo que viene y convertirlo en centro de cultura contemporánea donde volverán las oscuras golondrinas a rociar a Gustau con su fétido spray de postrimerías.

Nacionalista y de izquierda

La variedad de la oferta política en Cataluña es tan estimulante que permite incluso que un partidito riverista entregado al anticatalanismo obtenga tres diputados. Esa fortuna bien ganada tiene poco que hacer ante una realidad que la supera, en votos y en consistencia. La derecha ha perdido las elecciones en Catalunya, y acaso también sus lecciones. Cuando la mayoría parlamentaria se sitúa en 68 diputados, ocurre que CiU, PP y Ciutadans suman 65 diputados, mientras que cualquier otra combinación, incluso la que dejaría en la oposición a CiU, supera el listón de representación necesario. La gran coalición sociovergente excluiría 32 escaños de izquierda, así que no se ve su pertinencia, mientras que la reedición del tripartito acogería más del 40 % de los votos. Lo demás es la cicatriz de una ambigüedad endémica.

Las babas de Boadella

No podía fallar. En las vísperas de las elecciones en Cataluña hizo su aparición el gracioso boberas de Pruit, grabando un video doméstico en apoyo de Ciutadans, donde se le ve en bata o albornoz haciendo como que se limpia el culo con la prensa catalana que no habría tomado en consideración política a sus amiguetes. Unos amiguetes que, por cierto, están hasta la figa de las autopromociones de este bufón vocacional. Es perfecta la apelación a lo escatológico, porque si las páginas de la prensa catalana son capaces de limpiar el trasero de este monigote, entonces es que pueden barrer toda la mierda de los que apelan a lo que sale del culo como síntesis de su pensamiento. La menesterosa defecación de Boadella ¿se relaciona con la desnudez del candidato Rivera o con la rústica laudatio a una relajación de los esfínteres? Pronto las cagaditas de Boadella corroerán la desnuda estampa de su candidato, ya elegido.

Te recuerdo, Amando

La ventaja de la libertad digital es que cualquier sandio cree que tiene algo que decir, o que embroncar, como ese sociólogo fingido que todavía se hace pasar por Amando de Miguel, después de tantos años, y que en su columna de aire da entrada a un mensaje de un guardia civil retirado que empieza diciendo "Ahora resulta que quieren legalizar todas las actitudes criminales de ETA" y termina disculpándose por si molesta su opinión, a lo que el honesto sociólogo responde: "No tiene por qué pedir disculpas, señor guardia, al contrario, somos los españoles todos (¡españoles todos!) quienes tienen (sic) que pedir disculpas a usted por haberlo engañado". No está mal la maltratada sintaxis para un dizque experto en lenguas vivas, y tampoco para un sociólogo de repostería que sabe que la opinión de su comunicante no se ajusta a la realidad y que su respuesta se ajusta como un torniquete a la realidad que lo trastorna. Y más contento que un tonto con un botijo, oyes.