Adriano llega a Río y Mancini ironiza: "Preguntad por él a Alitalia"
Adriano aterrizó ayer en Río de Janeiro sin hacer declaraciones. "El Inter me ha dado permiso", se limitó a decir antes de perderse en la gran ciudad. El delantero brasileño lleva 200 días sin marcar goles y en el club italiano no saben qué hacer con él. Tras un intento fallido por convencer al Madrid de la pertinencia de un canje por Ronaldo, los dirigentes del Inter verificaron en el comienzo de la campaña que la conducta del jugador no mejoraba. La vida casquivana, la desatención a los entrenamientos, y la mala relación con sus compañeros y con el entrenador, Roberto Mancini, empeoraron la situación del jugador, al que llaman Emperador. Como medida extrema, el Inter le recomendó que matara la nostalgia pasando una temporada en Río. Interrogado el martes por el destino de la estrella brasileña, Mancini optó por la ironía: "Preguntadle a Alitalia. Yo tengo cosas más importantes de las que preocuparme".
Adriano no tiene billete de regreso. En el Inter nadie le espera antes de dos semanas. Los directivos aseguran que durante su estancia en la costa carioca el futbolista debe "quitarse la espina" que le tiene paralizado. Esto no incluye ningún tipo de entrenamiento ni nada que pueda estresar sus nervios. El preparador físico del Inter, Ivan Carminati, sólo le ha proporcionado indicaciones generales para la conservación del estado físico. Nada de tablas. Nada de horarios.
El último gol de Adriano con la camiseta del Inter data del pasado marzo. Se lo hizo al Villarreal en la Liga de Campeones. Con la selección marcó por última vez en la primera fase del Mundial, frente a Australia en Múnich. Ronaldo le dio el pase. Desde entonces se quedó seco.
Antes de marcharse a Brasil el jugador recorrió media Italia en dos días. El domingo, mientras sus compañeros competían en la Liga, dejó Milán y se pasó por la base aérea americana en Vicenza. Quería recoger algunos discos de hip hop antes de partir. Luego viajó a Roma porque le había prometido a su sobrino, Rafael, mostrarle la ciudad. Desde allí se trasladó a Río con Rafael y los tres amigos que viven con él en su casa de Milán: Bruno, Bruninho y Jefferson.
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