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Crónica:Fútbol | Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

Capello descubre a Robinho

El brasileño aporta una buena dosis de fantasía y el Madrid golea al Steaua

José Sámano

En la noria de Capello, por fin, apareció Robinho. El italiano se ha tomado más tiempo de la cuenta en descubrir a este liviano brasileño que anoche aportó al Madrid una buena dosis de fantasía, muy atrofiada últimamente, y contagió al grupo de tal forma que el encuentro bajó la persiana con un magistral lienzo de Van Nistelrooy. Con más arte que de costumbre y la aplicación debida, el Madrid se concedió un partido analgésico tras su apática excursión a Getafe. Capello cambió su dictado con éxito y su envite por Helguera y Robinho le dio otro aire al equipo, que se sintió mejor cosido en las dos áreas. En una y otra fue muy superior al Steaua, al que despidió del partido en un suspiro. Ahora, con el Barça a la vista, el Madrid tiene más alternativas y, con la Liga de Campeones encarrilada, el equipo ha mejorado su crédito justo a tiempo.

STEAUA BUCAREST 1 - REAL MADRID 4

Steaua: Carlos Fernández; Saban (Thereau, m. 58). Golan, Ghionea, Petre Marin; Nicolita, Paraschiv (Oprita, m. 78), Lovin (O.Petre, m. 62), Bostina; Dica y Badea. No utilizados: Cernea, Stancu, Baciu y Coman.

Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Helguera, Cannavaro, Roberto Carlos; Diarra, Emerson; Raúl, Guti (Beckham, m. 70), Robinho; y Van Nistelrooy (Ronaldo, m. 78). No utilizados: Diego López, Mejía, Raúl Bravo, Pavón y Cassano.

Goles: 0-1. M. 9. Sergio Ramos cabecea hacia abajo un córner ejecutado por Guti. 0- 2. M. 34. Raúl aprovecha un rechace de Fernández a remate de Van Nistelrooy. 0-3. M. 55. Pase de Guti sobre Robinho, que recorta a Saban y su remate es desviado por Golan. 1-3. M. 64. Gadea fusila un balón que la defensa madridista no acierta a despejar tras un córner. 1-4. M. 75 Van Nistelrooy marca de vaselina con Fernández a media salida.

Árbitro: Roberto Rosetti (Italia). Amonestó a Dica y Golan.

Unos 30.000 espectadores, lleno en el Ghencea Stadium de Bucarest.

Van Nistelrooy, de espaldas a la portería, imaginó un gol para las videotecas más exigentes

Tan capaz como es en el uno contra uno, con Robinho el Madrid encontró muy rápido la forma de descorchar al Steaua. Enquistado en la orilla izquierda, el brasileño se asoció con Roberto Carlos y entre ambos abrieron un considerable boquete en la defensa rumana. Y, al hilo de Robinho, Guti, que piropeó cuanto quiso a la pelota y ésta rodó casi siempre como debía, sin brincar más de lo necesario en los pies de Diarra o de los centrales. Con un gran pasador y un regateador puro bien enhebrados, el Madrid se sacudió sin problemas a su rival y hamacó el partido cuanto quiso. Una faena idónea para que hasta Emerson exhibiera, por fin, una versión notable, tanto como sostén de los centrales -pese a su fallido despeje en el gol de Badea- como de auxiliar de Van Nistelrooy, al que brindó una magnífica asistencia a un toque en el gol que engordó aún más las cuentas de Raúl. Un tanto académico: una finta de un extremo por la banda (Robinho), un medio centro que se descuelga con empeño (Emerson), un delantero centro que se perfila para el remate (Van Nistelrooy) y un pillo que irrumpe por la sala de espera del gol, justo donde ha desarrollado su imponente carrera (Raúl).

Antes de que el capitán empujara el segundo tanto visitante, el Madrid ya había rentabilizado su buen arranque con un cabezazo de Sergio Ramos, al que la defensa local cedió plácidamente el paso tras un córner lanzado por Guti. El andaluz fue ayer desplazado al lateral derecho. ¿El motivo? Si Capello descubrió ayer a Robinho, el pasado sábado alumbró a Helguera, el único sobresaliente en Getafe. Los cincuenta días de gracia reclamados por el técnico italiano le han servido, al menos, para alistar a dos jugadores que le hacían retorcer el morro. A Helguera le ha rescatado del exilio y a Robinho, del banquillo. Y los dos suman, y mucho si Capello quiere.

El caso de Robinho es misterioso. Llegó al Madrid con serpentinas, pero se ha pasado una temporada en el limbo, y a un paso del diván: un agitador de primera con la selección brasileña y un secundario en el Madrid. Y en Robinho tiene Capello a un futbolista diferente, lamentablemente en extinción. Un jugador que despeja el paisaje rival con su enorme habilidad, capaz de anudar las tibias de cualquier defensa, ya sea en arrancada o en carrera. También asiste si se le presenta la ocasión y no se despista ante el gol, como demostró en el tercero logrado por su equipo. Un preludio del imborrable tanto sellado por Van Nistelrooy, que de espaldas a la portería imaginó un gol para las videotecas más exigentes. Se calzó un guante en la bota derecha y con una delicadeza infinita acarició la pelota con el empeine y ésta, dócil cuando se la abanica, aterrizó en la red en vaselina. Hasta el animoso público del Steaua, frustrado por la zurra recibida, homenajeó al holandés cuando éste dio el relevo a Ronaldo. Una pieza de museo para cerrar un partido terapéutico para el Madrid, al que no le hizo falta sudar como una regadera. Le bastó mayor empeño que en Getafe, una disposición adecuada desde el primer instante y un goteo de buen juego. A partir de la pelota, con Guti de anestesista -y Diarra de subalterno, como le corresponde-, con la chistera de Robinho a punto y la caña de Raúl y Van Nistelrooy en plenitud. Con este cesto el Madrid nunca se sintió amenazado, remató más de lo que decía su hoja de servicios con Capello y apenas se llevó un par de rasguños. Y todo a partir de un mejor gusto por el juego, por un juego que no siempre debe consistir en organizarse de tal forma para que precisamente no se juegue. Por esta vía, por la mostrada en Bucarest, el Madrid tiene recorrido: por actitud y por aptitud.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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