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Reportaje:

Los inmigrantes mantienen la inflación a raya

El Banco de España afirma que la llegada de extranjeros hace posible el descenso del paro estructural sin subida de precios

Gracias al shock de oferta de trabajo protagonizado por la inmigración", el número de parados desciende sin producir tensiones inflacionistas. Es una de las conclusiones que se extraen del último análisis sobre desempleo estructural publicado por el Banco de España en su boletín económico de septiembre. El estudio, realizado a partir de datos de población actualizados por el Instituto Nacional de Estadística, alerta, sin embargo, de "persistentes rigideces" en el mercado laboral, como la elevada dispersión del paro entre regiones u ocupaciones. Los sindicatos, por su parte, apuntan a la "precariedad laboral" como el principal motivo de que los precios de los productos no se disparen.

La autoridad monetaria apunta a la inmigración y a los bajos salarios del empleo creado como principales impulsores de la moderación salarial
El desempleo estructural español se redujo cinco puntos en diez años; del 14%-15% de 1996 al entorno del 9% a principios de 2006

¿Pleno empleo significa aumento de los precios?, ¿cómo un país que hace tan sólo diez años contaba con un 15% de paro estructural y que ha reducido su número de desempleados al 8,5% el pasado julio no sufre mayores tensiones inflacionistas? La respuesta para el Banco de España puede desentrañarse gracias a un índice elaborado en parte por el último premio Nobel de Economía Edmund Phelps. Un indicador llamado NAIRU (Non-Accelerating Inflation Rate of Unemployment; traducible como "tasa de paro no aceleradora de la inflación") que mide el porcentaje de desempleados óptimo, el que no se traslada a un incremento desestabilizador de los precios, o mejor dicho, el índice que calcula el desempleo estructural de la economía de un país.

Según el Banco de España, el paro estructural se ha reducido en España en cinco puntos en los últimos años, pasando del 14%-15% estimado en 1996 hasta el entorno del 9% de principios de 2006, de acuerdo con el boletín económico de septiembre publicado por la autoridad monetaria. Esta reducción del desempleo estructural es lo que ha permitido que no haya tensiones inflacionistas. De hecho, la tasa de inflación del tercer trimestre cayó al 2,9%.

"Es verdad que si hay pleno empleo hay más opciones para elegir un puesto de trabajo y los asalariados pueden exigir más dinero. Esto aumenta los costes laborales y, al fin y al cabo, el precio de los productos", explica Juan José Dolado, catedrático de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid. "Pero la subida de los salarios no sólo se explica por los datos del paro; debemos tener en cuenta la afiliación sindical, la movilidad de factores que produce la globalización, la inmigración...", agrega Dolado.

Para el Banco de España son precisamente los inmigrantes quienes mantienen a raya la nube negra de la inflación de la boyante economía española (con un crecimiento del 3,7% en el segundo trimestre de 2006). De acuerdo con los datos del Ministerio de Trabajo del pasado mes de junio, en España hay en torno a 2.800.000 inmigrantes regularizados, un 6,5% de la población.

A éstos habría que sumar la existencia de un millón de extranjeros en situación irregular en el país. Unos números que se deducen del cruce de datos sobre los 2,9 millones de inmigrantes censados y los 1,9 millones documentados. El Gobierno reduce la cifra a 700.000 al descontar a los extranjeros que no necesitan tarjeta de residencia. El PP, por su parte, aumenta el número hasta 1,6 millones, al no considerar caducadas las inscripciones de cerca de 500.000 extranjeros en el padrón municipal a partir de diciembre de 2003.

La autoridad monetaria española vincula esta afluencia masiva -con un aumento récord del 38,52% en 2005, merced a la regularización auspiciada por el Ejecutivo socialista en mayo de ese año- y los bajos salarios del nuevo empleo creado como principales impulsores de la moderación de los sueldos. "Cabe relacionar esta moderación salarial con un efecto composición derivado de los menores niveles salariales del nuevo empleo creado, lo que estaría reflejando un mayor grado de flexibilidad salarial concentrado en el segmento de nuevos entrantes al mercado laboral, donde el papel de los inmigrantes ha sido predominante", dice el Banco de España.

"La inmigración incrementa la oferta de trabajo. Esto presiona a la baja los salarios, sobre todo porque los inmigrantes están dispuestos a trabajar por una remuneración más baja y abaratan los costes para las empresas. Lo mismo ocurre con la precariedad del empleo juvenil: supone unos costes más bajos", argumenta Christian Duran, profesor de Economía de la Universidad Rovira i Virgili.

De estas valoraciones cabría inferir un "efecto perverso" de la proliferación de los "trabajos basura" y la baja productividad del empleo generado en los últimos años. "La inflación se frena por la precariedad laboral. Y esto sucede porque los sectores en los que más se ha creado empleo en los últimos años han sido aquellos que añaden menos productividad a la economía española: la construcción y los servicios", apunta Alberto del Pozo, economista de UGT. "Son sectores muy intensivos en trabajo y poco en capital y los empleos son ocupados sobre todo por inmigrantes", dice. "Hay un dato revelador, el 50% del empleo creado hasta el segundo trimestre de 2006 fue ocupado por inmigrantes", comenta.

Brecha salarial

A que los inmigrantes ocupen los puestos de trabajo peor remunerados se une además la "brecha salarial" existente entre empleados nacionales y extranjeros. Según una encuesta del sindicato CC OO de abril de 2005, la diferencia entre los sueldos de los nativos y de los recién llegados al mercado laboral se mueve entre el 7,2% y el 16,3% a favor de los asalariados españoles. Dicha distancia salarial entre autóctonos y extranjeros no se produce, sin embargo, por una discriminación gratuita. La baja calidad de los empleos ocupados (construcción, hostelería, servicio doméstico, etcétera), su temporalidad o la poca antigüedad en los empleos determinan la brecha salarial.

"Las conclusiones del análisis del Banco de España me parecen razonables", opina Juan Manuel Eguiagaray, ex ministro de Industria con el PSOE y director del Laboratorio de Ideas de la Fundación Alternativas. "La abundancia del factor trabajo es un principio de estabilización de la tasa de inflación", indica. Eguiagaray advierte además de que la enorme afluencia de extranjeros no supone competencia con los autóctonos por los mismos puestos de trabajo. "Ellos hacen los trabajos que casi todos los españoles rechazan", señala.

Los beneficios empresariales y la falta de competitividad mueven los precios

El análisis del Banco de España sobre las variables que componen la inflación de la economía española (un 2,9% en el tercer trimestre) subraya "la tendencia creciente de los márgenes de explotación, concentrada en los sectores menos expuestos a la competencia exterior" y acude a los reducidos incrementos registrados en productividad como una de las causas de la contención de los costes laborales. En suma, la poca productividad y los excesivos beneficios en sectores escasamente expuestos al mercado mundial forman la ecuación de la inflación española.

"El problema de estos sectores que producen elevados márgenes es la falta de competencia", comenta Juan Iranzo, director del Instituto de Estudios Económicos, vinculado a la CEOE. "En cualquier caso, los factores que más determinan la inflación española son el precio de la energía y la relación entre salarios y precios de los productos y servicios", remacha Iranzo.

No piensa parecido Alberto del Pozo, economista de UGT. "A pesar de la baja tasa de inflación todavía estamos lejos del 2% deseado por el Banco Central Europeo", puntualiza Del Pozo. "Y esto sucede sobre todo por los excesivos beneficios empresariales de estos últimos años, ya que los salarios reales han bajado en comparación con años anteriores", sentencia. Salario y beneficio, en fin, interpretan un papel diferente en la "tasa de la discordia". Según UGT, "lo que han dejado de ganar los salarios ha ido a parar a los altos márgenes de explotación" de las empresas.

"Lo más importante es el empleo, que se cree empleo", insiste Iranzo, quien rechaza las críticas sindicalistas sobre la generación de trabajos de baja calidad sin apenas repercusión en la productividad de los asalariados españoles. "Hay que encontrar un equilibrio entre creación de empleo y productividad. Cuando más se hizo por la segunda, entre 1992 y 1994, se perdieron 800.000 puestos de trabajo. Y eso nadie desea que se vuelva a repetir", aduce Iranzo.

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