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Reportaje:Fútbol | Liga de Campeones

Un gigante diminuto

El chileno Pizarro ordena el centro del campo del Roma con su juego pulcro e inteligente

Albelda, Marchena y Angulo no habrán olvidado aquella pequeña figura que se deslizaba por el césped del Cricket Ground de Melbourne dictando la hoja de ruta del partido y fustigando rivales con su repertorio de regates y pases. Los valencianistas integraban la España que cayó ante Chile por 3-1 en la primera fase de los JJ OO de 2000. La garganta de un apasionado locutor de radio chileno le puso tintes de hazaña al primer tanto: "¡Pizarro que engancha. Amague para un lado, amague para el otro. Los españoles se quedan preguntándose ¿de dónde salió este enano? Este enano que nació en Valparaíso, y que mete el centro para que Olarra conecte un cabezazo antológico. Chile 1, España 0. Cuando Pizarro engancha, hasta la cancha pasa de largo!". El centrocampista chileno había destrozado con dos quiebros la cintura del central Amaya antes de poner la precisa asistencia. Chile sería medalla de bronce con un Pizarro colosal y los goles del veterano Zamorano. España obtuvo la plata.

David Pizarro, que mide 170 centímetros, tiene hoy 27 años y se ha labrado una reputación entre los musculosos pobladores del calcio. "Es nuestro Pirlo. Nos permite tener el balón, hace buenos pases en corto y en largo, posee una técnica limpia, rapidez, cambio de ritmo, orden". Así le define Luciano Spalletti, entrenador del Roma, quien le puso el apodo de Pek, por esa pequeña silueta que vive entre gigantes. Pizarro llegó al Udinese en 1999 tras destacar en el Santiago Wanderers como media punta. Apenas jugó y fue cedido al Universidad de Chile. De vuelta al Udinese, el inglés Roy Hodgson le convirtió en un director de juego capaz de distribuir la pelota. Spalletti relevó al británico y, durante tres años, culminados con su primera clasificación para la Champions, pulió el nuevo perfil de Pizarro.

El Inter contrató al chileno el pasado curso. Verón y Cambiasso fueron el dúo titular en el medio campo para el técnico Mancini, que fichó a Vieira, del Juventus, en verano. Entonces Spalletti, en su segunda campaña en el Roma, sedujo a Pizarro a pesar de que Mancini, que afirma querer a Pizarro como a un hermano menor, intentó retenerle. Aun perdiendo dinero, acabó en el Roma, que compró la mitad de su ficha por 6,5 millones. Ahora tiene galones de mando jugando por delante de De Rossi. Liberado de tareas defensivas, fomenta la sociedad con un Totti fuera de forma, o lanza a los extremos Mancini y Taddei. Confiesa admirar los poemas de Pablo Neruda y los pases de Michael Laudrup, y también destaca por su carácter.

Tras el fracaso en la clasificación para el Mundial, abandonó la selección porque la prensa le exigía "que lanzara los córners y los rematara". Ya con el Roma, ante el Livorno, fue sustituido y abandonó el campo protestando a su técnico. Pagó una multa y pidió disculpas a Spalletti, que le perdonó: contra el Shaktar en la Champions fue el mejor marcando un golazo. A su madre, Maria Elena, le entra vértigo viéndole entre jugadores tan altos: "No les llega ni al pecho y para disimular se sube a la espalda de alguno". También celebró un tanto frente al Siena dedicado al pueblo chileno. Lo hizo con la cueca, un baile tradicional. Y recordó que él nació el 11 de septiembre de 1979. Y que otro 11-S, en 1973, Pinochet derrocó el gobierno de Allende: "Mis padres lucharon por la libertad. Ahora, los chilenos recordamos los hechos trágicos del Palacio de la Moneda, pero lo hacemos como hombres libres".

Pizarro celebra un gol con el Roma.
Pizarro celebra un gol con el Roma.REUTERS

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