Zigic golea por dos veces y empata al Nàstic en el último resuello

Zigic arregló el desaguisado por dos veces y, además de dejarle sin habla al Nàstic, consiguió un empate meritorio para el Racing en el último suspiro. Fue un encuentro tan insulso como nefasto, donde los sucesivos despropósitos, además de mofas contrarias, arrancó goles. Falló Calatayud y compensó Llera. Marcó Cuéllar y respondió Zigic. Apareció Portillo y regresó Zigic. Cuatro goles, dos errores garrafales, un tormento para el cuello y nada de fútbol.

Tortícolis para el público, para el colegiado y para los jugadores y entrenadores. Fue un partido de fútbol pero pareció de tenis. Ambos equipos, empecinados en practicar un juego directo, rehusaron de la posesión de la pelota y se limitaron a dar balonazos arriba en busca de sus dos colosos: Zigic por parte del Racing; Makulula, del Nàstic. La diferencia radicó en que el equipo cántabro apostó por dos delanteros y el catalán, no. Así, mientras Makukula se peleaba contra toda la defensa oponente y contra la soledad del delantero, el gigante racingista podía peinar esos balones y prolongar las jugadas para situar a la defensa rival unos metros más atrás.

Desafortunado y timorato, Calatayud, portero del Racing, cometió un error tan pavoroso como superlativo. Se le rebeló el balón. O, lo que es lo mismo, untó sus manoplas en mantequilla antes de intentar atajar el disparo blandengue de Cuéllar desde fuera del área. El cuero, al final, se le coló mansamente por entre las piernas. No fue un error irremediable porque aparecieron el gordo y el flaco, Zigic y Munitis. El menudo extremo, además de regate en largo y velocidad, tiene la picaresca propia del veterano. Moverse entre líneas no le supone un problema. Así, cuando Llera falló vistosamente en un despeje, cuando le dejó libre de marcaje en el borde del área, demostró su valía. Se revolvió, alzó la cabeza, y asistió a la carrera de Zigic, que llegó desde atrás y marcó a placer ante la salida desesperada de Bizarri.

Pero Portillo saltó del banquillo al césped para revitalizar al Nàstic. En la primera pelota que tocó, a centro de Cuéllar, la enchufó y soliviantó las gradas. Y cuando todo parecía sentenciado, retornó Zigic, que de un testarazo silenció al rival, redimió a Calatayud y le dio el primer punto a su equipo.