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Reportaje:VUELTA 2006 | Decimonovena etapa

Dos navarros se divierten

Vibrante triunfo de Arrieta tras una fuga en la que colaboró con su amigo García Acosta

Carlos Arribas

Viendo a su querido cascarrabias Txente García Acosta en fuga, Jesús Hoyos, su médico en el Caisse d'Épargne, comentaba su excepcional temporada de trabajador infatigable, su faena impagable por Pereiro y Valverde en el Tour, su más que notable Vuelta a España, cabeza del pelotón durante tantos y tantos kilómetros, puerto arriba, puerto abajo; recordaba que Txente tiene 34 años y explicaba que su cuerpo, su funcionamiento fisiológico tienen características dignas de estudios. "Este año, por ejemplo", decía Hoyos dando razón científica al dicho empírico de cuanto más viejo más pellejo, "le suben las pulsaciones más que en los años anteriores. Es un caso único".

O quizás no tan único. "Oye, oye", exige José Luis Arrieta, al que ya la alopecia ha clareado la coronilla, "que yo salgo todos los días con Txente y sé lo que hay. Lo que hay es que, después, más o menos, de haber pasado lo más importante de nuestra carrera, ahora disfrutamos como niños todos los días con la bicicleta. Nos gusta lo que hacemos y podemos hacerlo. Y eso ya es una alegría diaria".

"Tras pasar lo más importante de nuestra carrera, disfrutamos como niños con la bici"
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Quizás sea, entonces, más cuestión navarra en general que de Txente en particular, pues al lado del pedalista de Tafalla iba su viejo amigo, y tan viejo, 35 años, Arrieta, de Uharte-Arakil, compañero de fatigas tantos años en el Banesto, compañero de grupeta por las carreteras navarras; y no sólo eso, no sólo iba en la fuga, sino que terminó ganando, para gran alegría de un montón de corredores del pelotón. "Por fin, por fin", decían, "después de tantas victorias imaginarias, de tantas frustraciones, de tantas veces que nos explicaba lo que había que hacer, cómo había que negociar los últimos kilómetros de una escapada, y lo que no podía hacer por veinte mil desventuras, Arri ha conseguido una victoria real, y en Ciudad Real".

La segunda victoria de Arri, ciclista de equipo, corredor que durante unos cuantos años fue el corresponsal en el pelotón de este periódico en las grandes carreras, en 14 temporadas. Y cómo la consiguió. Con velocidad, inteligencia, picardía, astucia y suerte. Ganó, curiosamente, porque un danés apellidado Bak fue más bruto, perseverante y decidido que un ruso llamado Gusev. Ganó, en parte, porque le tocó la lotería. Y así lo explicó Arrieta. "Con Txente me había puesto de acuerdo para repartirnos a los dos que creíamos más peligrosos de la fuga. Él se cogería a Gusev y yo a Bak. Y Bak fue más lejos, y así soy yo el que está aquí". Después de alcanzar al danés, a Arrieta sólo le quedó demostrar que su legendaria inteligencia táctica no era un mito. A 800 metros de la meta, detrás de una curva, estaba la recta final. Por la curva se lanzaron, incautos, a todo meter, los tres que iban con él, Fofonov, otro kazajo el año de la K, el suizo Loosli y Bak, y él, Arrieta, muy educado, muy frío, como si la sangre no le hirviera, los dejó pasar. Adelante, adelante. Y adelante se encontraron con el viento de cara, que les recibió alborozado. "Y yo sabía que con ese viento llegaría un momento en que se pararían para tomarse un respiro", dijo Arrieta; "y entonces yo aprovecharía para lanzarme sin parar. Y así pasó. A 300 metros se pararon un poco, cogí distancia, bajé dos dientes y gané".

Cuenta Arrieta su victoria real, la segunda tras una etapa de la Vuelta a Asturias en 2002, como tantas veces contaba las imaginarias. Pero no, no necesitaba pellizcarse Arrieta para salir de dudas. Allí, mientras esperaba tras las vallas su minuto de podio, se paraban y le abrazaban como locos sus amigos Lastras, Piepoli, Txente, Navas... Todos, felices: ha ganado Arri. Compañeros y ex compañeros de una carrera iniciada hace 13 años, en un Giro en el que trabajó para Indurain. Faltaba su amigo Paco Mancebo, el que le convenció para que le acompañara en su aventura francesa con el Ag2r. El código ético puesto y activado con la Operación Puerto le tenía ayer ante el televisor en su casa. "He empezado a dar botes de alegría como un zumbado", le dijo Mancebo, melancólico, por teléfono. Y Arri, el día de su gran alegrón, se acordó, claro, de él en público terminando su capítulo de dedicatorias con "un recuerdo especial para Paco, que lleva un año difícil".

José Luis Arrieta celebra con alborozo la segunda victoria de etapa de su carrera.
José Luis Arrieta celebra con alborozo la segunda victoria de etapa de su carrera.AP

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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