La defensa más rematada

Desde que el Madrid se convirtió oficialmente en el club más rico del mundo, hace dos años, no ha parado de aumentar sus gastos en futbolistas defensivos. En los últimos tres veranos, el club ha invertido una parte importante del dinero que produce en resguardar su portería. En total, 144 millones de euros en centrales, laterales y medios de contención, cuyo efecto ha sido inocuo. A partir de la temporada 2002-03, el equipo ha batido sucesivamente los récords anuales de tiros en contra.

En este ejercicio el Madrid se ha gastado más dinero para robar balones que en toda su historia: 49 millones en Emerson, Diarra y Cannavaro, un trío que goza del máximo prestigio, pero que emite señales preocupantes. En la primera prueba, el nuevo modelo ha salido perdiendo respecto al anterior, que tuvo a Sergio Ramos, Pablo García y Gravesen como debutantes. Si el año pasado el Madrid encajó 16 remates en su primera visita de la Liga de Campeones, ante el Lyon, en éste, contra el mismo adversario, encajó 20.

Emerson parece un caso de apuesta arriesgada. Se labró una carrera como volante enérgico, de largo aliento, dueño de una agresividad contagiosa que le valió el apodo de Puma. En el Madrid vive casi de incógnito. Tiene 30 años, pero se mueve como si rondara los 40. En el segundo gol del Olympique, en Lyon, mientras se ocupaban de coger a los delanteros, los centrales abrieron un pasillo por el que apareció Tiago, solo, para marcar el gol. El pasillo debía estar ocupado por Emerson. Pero no hubo noticias suyas. De hecho, el brasileño se hace notar poco desde el debú del equipo en la Liga, contra el Villarreal. "Es que tenía un catarro y jugó con fiebre", explicó Fabio Capello.

El verano pasado, el entonces presidente, Florentino Pérez, se propuso dar una explicación ante el creciente giro hacia la defensa en la política de fichajes del club. "El fútbol en el Madrid", dijo, "implica compromiso y entrega. Todos nuestros seguidores aman el fútbol espectáculo y también la lucha y el sacrificio". Pérez hizo este discurso para presentar a Diogo y Pablo García, dos uruguayos a los que identificó con el tópico de la garra charrúa. El paso de estos dos jugadores fue efímero. Fueron vendidos antes del año. Con ellos el equipo pasó de recibir 32 goles a soportar 40 en la Liga.

La última vez que el Bernabéu celebró la Liga, en la temporada 2002-03, el único fichaje fue un delantero: Ronaldo. Con el goleador en sus filas, el Madrid recibió más disparos que nadie en España: 561. Al año siguiente, en el curso 2003-04, Beckham fue la única incorporación, pero el Madrid resultó castigado con 570, otra vez récord de la temporada de Liga. Para evitar el bombardeo el club fichó a Woodgate y Samuel, pero volvió a aumentar el número de tiros en contra: 596, otro récord. A Samuel y Woodgate les siguieron Ramos y los uruguayos. Para nada. El Madrid se llevó 614 remates. Cuarta plusmarca consecutiva.

El único efecto positivo de la inversión en defensas se aprecia en la disminución de los goles recibidos. El año pasado, en Lyón, el Madrid sufrió tres en contra frente a los dos que le metieron el miércoles. Hace dos años, en la temporada 2003-04, antes de gastarse 144 millones en arropar a Casillas, el equipo recogió 54 goles de su portería. En la última Liga rebajó la cifra a 40. La conclusión empírica es que el Madrid recibe más disparos porque cada vez controla menos el juego. Pero padece menos goles que en 2004.

Samuel, García, Gravesen, Cannavaro, Diarra, Emerson y Ramos le han proporcionado una buena coraza. Ahora, en vez de morir fusilado, el Madrid muere de un tiro en la cabeza.