_
_
_
_
_
SIN PERDER LOS NERVIOS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una de telemitómanos

La mitomanía de segunda generación ya existe. No es sólo la que nos hace admirar a los hijos de actores a quienes ya admiramos en su momento: es que si les seguimos es gracias a su trabajo en televisión, a las series que protagonizan y que podemos ver sobre todo en la oferta digital. Series mucho mejores que las películas que les proponen, que las películas que hacen.

Los Premios Emmy de este año son una prueba del desplazamiento de medio tanto de los actores más populares de la actualidad como de nuestras inclinaciones hacia ellos. Nunca me pareció gran cosa Kiefer Sutherland, sobre todo comparándolo con su padre, Donald, que hizo películas como Klute y M.A.S.H. Pero en la trepidante 24, convertirse todavía en mi favorito, ya es otra cosa. Como que cuajó.

Los Premios Emmy de este año son una prueba del desplazamiento de medio tanto de los actores como de nuestras inclinaciones

En realidad, prefiero a la mujer que ganó el premio por Ley y orden: sección de crímenes especiales, un regalo de Calle 13. Mariska Hargitay es hija de aquella súper bomba de los años 60, Jayne Mansfield, que empezó haciendo pruebas para interpretar Juana de Arco en el teatro y acabó de rubia muy tetona y explosiva, casada con Míster Universo, Mike Hargitay, e interpretando personajes muy salados y paródicos de la sexualidad del varoncete estadounidense en comedias de Frank Tashlin. Mariska es muy otra cosa. Su personaje de la inspectora Benson tiene un punto de dureza y entrega a la causa de la protección de las mujeres violadas que le ha supuesto la estima del feminismo, del lesbianismo y, personalmente, la mía: pues consigue lucir jerséis de color azul eléctrico que ya no se encuentran en el mercado, y que favorecen mucho a las morenas. Tiene una web entre new age y los siete enanitos en la que da consejos, escribe frases del tipo "vive el presente porque el mañana no se sabe" y ofrece productos "naturales" en su tienda por correo. No es lo mismo que perseguir a Jayne Mansfield (que acabó muerta en un accidente de auto, mientras sus tres hijos, incluida Mariska, que iban en el asiento de atrás, la sobrevivían) mientras mueve las caderas, pero tampoco la época es igual.

Por otra parte, que a Alan Alda le dieran un premio por su secundario en la serie El ala oeste de la Casa Blanca debe recordarnos que este ya veterano actor que tanto ha trabajado para Woody Allen (e hizo también M.A.S.H., la serie) es, a su vez, hijo del difunto Robert Alda, excelente secundario que participó en numerosas series y miniseries de televisión en los años gloriosos de Lucille Ball y compañía. Martin Sheen, protagonista de la serie sobre la Casa Blanca que esta vez no ha sido premiado, es también padre de Charlie Sheen y Emilio Estévez.

La televisión, lo estamos viendo, al menos en lo que a la ficción se refiere, se ha vuelto un tema familiar. Y no tiene visos de parar: en la ceremonia distinguí al menos a dos actrices embarazadas.

Otra de mis actrices favoritas, que ganó el Emmy el año anterior por Médium, es Rosanna Arquette, hermana de Patricia y David, también actores. Pero ya que hablamos de hijos de famosos, debo confesarles que mi mitomanía es peligrosamente necrófila. Me encanta la figura de Domino Harvey, hija del difunto Laurence Harvey (Un lugar en la cumbre, El mensajero del miedo, El talismán) y de una modelo. Esta chica rompedora abandonó su carrera como maniquí juvenil para convertirse en cazadora de recompensas. Más dura que el personaje de Mariska Hargitay, sin duda, Domino vivió peligrosamente -atracos, tráfico de drogas- y fue muy osada, abiertamente lesbiana. Vendió su historia a Tony Scott (hermano de Ripley), que rodó la película poniendo a Keira Knightley para hacer de Domino. Ésta murió antes del estreno, por sobredosis, cuando esperaba ser juzgada por venta de drogas.

Miren cómo, a lo tonto, me he cocinado una columnita de chismes mitómanos de segunda generación y sin mover el trasero del eskai.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_