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Reportaje:

Las claves de la danza

Ángel Corella ofrece en el Museo Guggenheim un taller didáctico sobre la interpretación en el ballet

"Una pareja funciona en el escenario gracias a la amistad que les une, a una buena relación que hace que, cuando tú le miras al otro a los ojos, te responda en la misma onda". Así explicaba ayer el bailarín madrileño Ángel Corella la compenetración que mantiene con la cubana Xiomara Reyes en el fragmento de la suite El Corsario, sobre música de Ricardo Drigo, que ambos interpretaron en el escenario del auditorio del Museo Guggenheim. "Es lo que llamamos tener buena química", matizó Reyes.

Se trataba de una ocasión excepcional, que hizo que el patio de butacas del auditorio se llenase. Corella ofreció junto a otros destacados bailarines del American Ballet y del New York City Ballet un taller didáctico titulado El ballet y cómo interpretarlo, organizado con motivo de su estancia en Bilbao, donde ambas formaciones interpretaron ayer y anteayer un espectáculo en el Palacio Euskalduna.

El director del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, se encargó de introducir lo que denominó "una oportunidad única". El taller, que mostraba cómo trabaja el bailarín un papel desde que lo conoce hasta que lo lleva a escena, se integra en el programa Work&Process, que el Guggenheim neoyorquino organiza desde 1984 para profundizar en la creación de la danza, la música y la literatura. Al finalizar, el público tuvo la oportunidad de debatir con los bailarines.

El coreógrafo Chris Wheeldon actuó como maestro de ceremonias y se encargó de narrar el proceso de preparación de los bailarines, así como de introducir las piezas y centrar a los espectadores con una breve historia de las dos compañías.

Los bailarines Carmen Corella, Herman Cornejo, Sébastien Marcovici y Wendy Whelan mostraron los primeros ejercicios de la mañana. En una barra en el escenario, los cuatro evolucionaban suavemente. Mientras, Wheeldon explicaba la preparación del cuerpo de un bailarín. "Se van calentando los músculos para poder después responder a las exigencias del coreógrafo. Se comienza con el pie. Después, estirando los músculos de las piernas", narraba Wheeldon. Los músculos del pie trabajan para "sentir el suelo", las piernas se elevan poco a poco hasta llegar al máximo o rotan para ejercitar la cadera. Los cuatro bailarines iban cómodamente vestidos, en tonos oscuros y con prendas muy usadas, atuendos muy lejos del brillo y el esplendor del vestuario de actuación.

Con los ejercicios de calentamiento, el público asistía a "una aproximación informal al trabajo habitual de los bailarines", como indicaba el coreógrafo. Después introdujo la primera de las tres piezas del taller: la suite El Corsario, en la que Corella interpreta el papel del esclavo. Junto a Who cares, con música de George Gershwin, y After the rain, de Arvo Pärt, las sucesión de las tres piezas muestra "la progresión desde el ballet clásico al contemporáneo", en opinión de Wheeldon.

El coreógrafo explicó a los espectadores la historia que rodeaba al fragmento que iban a ver a continuación. También indicaba el tipo de lenguaje de danza. "Los bailarines consideramos El Corsario como el top del virtuosismo clásico, especialmente para los hombres. El papel del esclavo lo han bailado los más grandes, como Nureyev o Barishnikov, pero Corella es uno de los más famosos intérpretes del papel", alabó Wheeldon.

Corella tiene previsto poner en marcha una escuela de danza y su compañía en la Granja de San Ildefonso, en Segovia.

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