Argentina afina su juego

Sobran un montón de equipos. La ampliación de 16 a 24 se está mostrando dañina para la competición, pues ha abierto la puerta a algunos que, a pesar de su voluntad, no dejan de ser meros comparsas. Pero no a todos los conjuntos les resulta prescindible esta primera fase plagada, en muchos casos, de partidos intrascendentes.

A Argentina, por ejemplo, le está viniendo de perlas. Llegó en un mar de dudas, escocida por tres fuertes varapalos frente a España por partida doble y Serbia. Aun contando con que una cosa son los torneos oficiales y otra su preparación, la sensación que transmitía distaba demasiado de la de otras ocasiones. También una Francia en estado de shock por la inesperada baja de Parker ha utilizado a Líbano y Venezuela para afinar el funcionamiento colectivo y la forma de sus hombres.

Frente a los venezolanos, buenos exponentes del estilo caribeño, o sea mucho atleta y demasiada alegría, los argentinos pudieron cargar su depósito de confianza. Tampoco en exceso, pues se pasearon desde que Scola comenzó a dar un curso acelerado de lo que debe ser un pívot. Duró 16 minutos. Más o menos, lo que tardó el partido en dejar de serlo.

Ningún escenario le resulta más propicio al jugador del Tau que una defensa agradecida y unos cuantos saltarines propensos a despegar. Con un juego de espaldas a canasta de libro, excelentes movimientos de pies y su colección de fintas o engaños, Scola logró ser más productivo él solo que todo el equipo venezolano junto (30-14 y 17 puntos suyos). No se había llegado siquiera al final del primer cuarto y el entrenador argentino decidió que ya había cumplido. No volvió a jugar.

Pero no todo fueron buenas noticias para Argentina. Es la otra cara de tanto partido rutinario. Nocioni llevaba varias jugadas algo acelerado, pues no termina de encontrarse cómodo y no le gustan los papeles secundarios. En el tercer cuarto hizo uno de sus clásicos movimientos de dos-tres botes de penetración y tiro en suspensión en mitad de la zona. A la vez que el balón caía dentro de la canasta, el jugador de los Bulls aterrizaba en el parqué con tan mala suerte que su tobillo izquierdo se doblaba de forma ostensible. Viendo la repetición por televisión, podía ser serio. El Chapu se marchó cojeando y no volvió. Las últimas noticias hablan de un par de días de descanso, pero el susto fue gordo. Demasiado para un partido que ya no recuerda nadie.