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Reportaje:

No 'Satisfaction'

Como se suele decir de la selección española de fútbol en los mundiales, otra vez que no pudo ser. El flamante A biggers bang tour tampoco dejará su huella de rock and roll y nostalgia en la ciudad de Valladolid. Para desconsuelo de los 37.600 seguidores que habían adquirido su entrada para compartir con Jagger, Richards y compañía una noche de temas míticos, energía y complicidad, el acontecimiento se desmoronó como un castillo de sueños cuando la oficina londinense de management del grupo comunicaba ayer, a la una y media de la tarde, a las promotoras españolas Gamerco y Plástico lo siguiente: "Los Rolling Stones se han visto forzados a cancelar su concierto en Valladolid. Siguiendo los consejos de su médico, al cantante Mick Jagger se le recomienda descansar su voz después de desarrollar una laringitis durante el fin de semana. 'Siento cancelar este show', declaraba el propio Jagger en el mismo comunicado. 'Siempre me ha encantado tocar en España, pero desgraciadamente, no tengo otra elección y pido disculpas a quien haya comprado entradas para el show de esta noche". "Todas las entradas se devolverán en los respectivos puntos de venta", concluía la escueta nota.

Una laringitis de Mick Jagger impide que se celebre el concierto de ayer en Valladolid, primero de los dos previstos en España, cuando ya se habían vendido cerca de 38.000 entradas.
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A esa hora, cientos de personas ya habían tomado posiciones en los alrededores del estadio José Zorrilla para tratar de acceder a un sitio privilegiado. Estos espectadores madrugadores, muchos llegados de diversas partes de España y el extranjero, comenzaban a contemplar atónitos que en los alrededores del estadio se empezaban a levantar y cerrar los puestos de merchandising. Tal fue el mosqueo, que alguien de la organización del concierto salió a comunicar la suspensión.

Mientras tanto, la noticia corría como la pólvora. Hasta en los paneles luminosos informativos de las diversas autovías cercanas a Valladolid se anunciaba la suspensión del concierto, para evitar que la gente se trasladase inútilmente al estadio. Había estallado la bomba y las consecuencias no tardaron en hundir la ilusión de los asistentes, muchos de ellos decepcionados por los kilómetros recorridos, el gasto de hotel realizado que nadie les va a devolver e, incluso, como en algunos casos, por haber cambiado las vacaciones para por ver en vivo a sus satánicas majestades. Y es que Valladolid llevaba días poniéndose de gala para recibir la visita musical de la más grande banda de rock and roll del mundo.

En Pucela se venía celebrando desde los últimos días de julio una exposición de discos, CD, fotos y recortes de prensa, recopilados en la colección personal de Carlos K., dueño de una de las tiendas de discos con más raigambre en la ciudad. Hasta una cazadora de cuero, según K., "sudada por el propio Mick Jagger", se exponía a la vista de unos visitantes que habían acudido en número más que razonable, bien a confirmar su veneración por el cuarteto inglés, bien a trabar un mayor conocimiento acerca de estos mitos vivos de la música popular del siglo XX.

Si bien la noche anterior al concierto, en los pocos que ocupaban los bares rockeros de la ciudad no se veía demasiado movimiento de seguidores. Se contaba con que se acercaran espectadores de todos los puntos de Castilla y León, así como del resto de la geografía nacional. La venta de localidades confirmaba el éxito y, como en un ritual habitual en las giras del grupo, algunos incondicionales acampaban junto al estadio la noche anterior a la actuación y el mismo día comenzaban a llegar coches desde por la mañana temprano.

Una vieja furgoneta Volkswagen de la época de los hippies de los sesenta traía a una familia desde Vitoria. Hasta la abuela venía ataviada con una camiseta del grupo, la de la portada de Sticky Fingers con bragueta y todo. Martín, búlgaro que había venido desde su país expresamente para ver el concierto, confesaba que el grupo era importantísimo para él, que le encantaban las canciones desde siempre y que sus discos se podían comprar en las tiendas de Bulgaria.

Sin embargo, la alegría se tornó en desánimo cuando la noticia de la suspensión del concierto comenzó a extenderse. La abuela de Vitoria desmontaba el toldo de la Volkswagen con gesto cansino. Marcos, una chaval argentino de 18 años recién cumplidos, no ocultaba su inmensa tristeza porque sus padres le habían regalado la entrada por su cumpleaños, se había venido de Argentina pagando 1.000 euros que él mismo había ahorrado y se volvía al día siguiente. Marcos manifestaba: "Yo te cuento y me pongo a llorar. Los Rolling Stones son para mí como Maradona: son dioses". Jordi, de Tarragona, había venido con su mujer y se enteró de la noticia en un bar, por la televisión: "Lo primero que hemos pensado es que era todo mentira, porque, después de anular en Barcelona y Madrid, no podía pasar otra vez".

Una vieja canción de los Rolling Stones dice: "This could be the last time. Maybe the last time, I don't know. Oh no" ("ésta podría ser la última vez, puede que la última vez, no lo sé. Oh, no"). Después de haber especulado tanto tiempo acerca de que cada vez que venían los Stones podía ser la última gira, parece ser que en esta ocasión, al menos en Valladolid, esta letra va a resultar profética. Todas las esperanzas están ahora puestas en el El Ejido (Almería), donde ayer proseguía el montaje del espectacular escenario. A mediodía se sabrá si se mantiene el concierto en esa localidad.

Una seguidora de los Rolling Stones se lamenta de la suspensión del concierto de ayer en el estadio José Zorrilla de Valladolid.
Una seguidora de los Rolling Stones se lamenta de la suspensión del concierto de ayer en el estadio José Zorrilla de Valladolid.CRITÓBAL MANUEL
Tres seguidores de los Rolling Stones, ayer en Valladolid.
Tres seguidores de los Rolling Stones, ayer en Valladolid.CRISTÓBAL MANUEL
Ron Wood y su compañera salen del hotel Palace de Madrid, donde se hospedan los miembros del grupo.
Ron Wood y su compañera salen del hotel Palace de Madrid, donde se hospedan los miembros del grupo.EFE

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