Madonna se 'crucifica' en Roma
La Ambición Rubia actuó anoche ante 70.000 personas en la ciudad eterna con polémica añadida debido a su aparición en una cruz y coronada de espinas.
Madonna no defrauda y sigue escanzalizando al mundo entero a sus esplendorosos 47 años. Su imagen coronada de espinas, descendiendo al escenario atada a un crufijo con 4.000 cristales de Swarovski, diamantes y espejos de discoteca, a poco mas de un kilómetro y medio del Vaticano, ha sido esta vez el detonante. Por ello, la unica parada de la gira mundial Confesssions Tour de Madonna en Italia, que se celebró anoche en el Stadio Olimpico de Roma, ha suscitado las críticas unánimes de numerosos representantes de la Iglesia e, incluso, de tres diputados del partido de izquierdas La Margherita, perteneciente a la coalicion gobernante.
"Irrespetuoso, inoportuno y de mal gusto", han gritado las voces opuestas a la inciativa estética de la neoyorquina. Incluso de "blasfemo" ha sido catalogado su espectáculo. Por su parte Madonna ha respondido a través de su portavoz en Nueva York, restando importancia al asunto e invitando al Papa Benedicto XVI al concierto de hoy.
Madonna no lograba un pronunciamiento semejante en su contra por parte de los representantes de la Iglesia Catolica, desde que en 1989 irritó a la clase eclesial con el videoclip del tema Like a Prayer, donde besaba a un cristo de raza negra. También esta vez diversas personalidades de la Iglesia en Roma como el cardenal Ersilio Tonini han coincidido en mostrar inequívocamente su desaprobación: "Hacerse crucificar en la ciudad de los Papas y los mártires es un acto de abierta hostilidad, un escándalo concebido a través del marketing para obtener publicidad".
"Es vergonzoso que la muerte de Jesús sea usada de este modo en la Ciudad Eterna", ha añadido el teólogo Giovanni D'Ercole, portavoz de la Secretaría de Estado Vaticana. "Es una tendencia muy peligrosa e inmoral el instrumentalizar y transformar el símbolo de la Pasion para convertirlo en un simple icono paganizante y vulgar", cree.
La insólita invitación de Madonna al Papa Benedicto XVI para que asistiera anoche a su espectáculo no ha apaciguado, ni mucho menos, los encendidos ánimos; y eso que la portavoz de la cantante en Nueva York instó al pontífice "a ver con sus propios ojos la elocuencia, la humanidad y la belleza que emana de Madonna en un espéctaculo que apreciaria mucho".
Por otro lado, tres diputados del partido de izquierdas La Margherita, perteneciente a la coalición que ostenta el poder en el país transalpino, decidieron unir su voz a las críticas provinientes de la Iglesia. Enzo Carra, Renzo Lusetti y Donato Mosella estamparon sus correspondientes firmas en un comunicado en el que calificaban la invitación de "impertinente, inaceptable y hecha expresamente para buscar una polémica innecesaria".
Sin embargo las quejas de la Iglesia no han cuajado entre la poblacion y la policia no esperaba ayer manifestaciones, ni protestas callejeras de ningún tipo durante la noche. Al parecer, los seguidores de Madonna y sus oponentes han coincidido en perdonar sus excentricidades a la cantante. Eso sí, lo que no lo pasaron tan fácilmemente a la cantante los cientos de personas que se agolpaban el sabado frente al Hotel St. Regis, donde se aloja con su marido, el director británico de cine Guy Ritchie, es que llegara en su Range Rover, vestida de blanco, y entrara por la puerta trasera del edificio sin dignarse a aparecer públicamente para saludar a la multitud. No obstante este desaire, sus seguidores no cesaron de buscarla por toda la ciudad, corriéndose varias veces el rumor de que estaba a la vez en varios puntos distintos de la capital italiana, sin que ni una sola vez se confirmara.
En otro orden de cosas, es de ley resaltar la enorme maquinaria que despliega Madonna en sus conciertos. 1000 personas, entre seguridad y producción trabajan en cada actuación de la gira. Ademas, 22 bailarines acompañan a la diva, a la que visten 7 costureros designados personalmente por Jean Paul Gautier y Dolce & Gabanna, creadores de su vestuario, más otras cuatro personas que la ayudan a cambiarse. Solo la polémica cruz de la discordia
cuesta veinte millones de dólares. Una vez más Madonna se erige en responsable de uno de los mayores espectáculos de pop en vivo del mundo. .
Almodóvar, Lenny Kravitz y otros miles de 'fans'
Ajenos a la polémica y bajo el caluroso verano de Roma, los más de 70.000 fans de Madonna aguardaban anoche impacientes la cita con su diva antes del inicio del concierto. Pedro Almodóvar y Lenny Kravitz se encontraban entre los asistentes, como Carlotta Pinardi, una espigada estudiante romana de 24 años y católica practicante. Ella mientras esperaba a las puertas del recinto, explicaba que no veía nada malo en el espectáculo. "Lo único que consigue la Iglesia con sus críticas es dar publicidad a Madonna. Lo que ella quiere". Y bromeaba: "Voy a la Universidad Católica y, como se enteren mis profesores, no me licencio".
Morena Barletta, que también se apretujaba a las puertas del estadio para entrar de las primeras junto a sus amigas, contemporizaba: "El Vaticano debe defender los ideales y la palabra de Jesús, pero la cruz es solo un espectáculo, hay que entenderlo así".
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