Ariadna Gil: "¿Qué ha cambiado para que los jóvenes se interesen por la Guerra Civil?"
Javier Cercas: "Nietos y biznietos quieren saber, y de una forma nada maniquea"
Ariadna. ¿Tú has sido actor?
Javier. Una vez en el colegio hice un papel de borracho que arrea con un palo a la Virgen; luego también hice de otro borracho que mea y pega a la gente. Hasta que dije: "¿No creéis que me estoy encasillando?". Y tú, ¿escribes?
Ariadna. Gané algún premio de poesía en el colegio. Sólo escribo cuando estoy cabreada y deprimida. Lo he llegado a hacer en un avión, he llegado a pedir que me dieran papel y bolígrafo para escribir lo que sentía y desahogarme.
Javier. ¿Qué cuentas?
Ariadna. Saco lo que no puedo contar ni expresar hablando. Entonces adquiere un nuevo sentido, el caos se transforma en lógica. Llego a insultarme.
Javier. ¿Por qué lo haces?
Ariadna. Para no olvidar. ¿Tú no escribes en un diario?
Javier. Dejé de hacerlo cuando empecé a escribir en los periódicos. No me parecía que tuviera sentido seguir haciéndolo.
Ariadna. Yo tenía una libreta en la que apuntaba las películas que veía, los libros...
Javier. Pocas veces pensé que vería Soldados de Salamina en el cine. Menos que me iba a ver en pantalla como un personaje femenino. Cuando hablé con David [Trueba, el director], incluso él había pensado en que yo hiciera de mí mismo, pero al final se convenció. Me dijo que yo era más guapo, pero que tú eras mejor actriz.
Ariadna. Hasta que él decide hacer el cambio del protagonista a mujer, no ve la historia. Cuando decidió que Cercas sería Lola Cercas, empezó a trabajar convencido.
Javier. Es que contigo cambia mucho, ese abrazo final con el miliciano es otro abrazo. Hay una despedida del sexo.
Ariadna. Tú le diste mucha libertad para adaptarlo.
Javier. La misma libertad para hacer la película que yo para escribir la novela. Todos los escritores creemos que hemos hecho El Quijote y que sólo somos dignos de que nos adapte al cine Orson Welles. Las malas lecturas no existen, cada lector es soberano y se hace la suya. ¿A ti te costó adaptarte a mí?
Ariadna. Un poco, porque te conocía y pensaba mucho en cómo eres, cómo dirías esto o aquello. Hasta que me di cuenta de que simplemente tenía que conectar contigo, no imitarte.
Javier. Vuelvo a lo de las buenas y malas lecturas, es un concepto extraordinario éste. Yo creo que es el carburante de la literatura. Cualquier lector tiene la capacidad de hacer un texto propio, aunque coincida poco con la visión del autor.
Ariadna. Es decir, que cuando escribes, ¿ni siquiera tú controlas el efecto que produces?
Javier. Las interpretaciones pueden ser contrarias a tus intenciones. El texto tiene vida propia. El ejemplo perfecto de esto fue El Quijote. ¿Dónde está la esencia?
Ariadna. La esencia es el pa amb tomàquet.
Javier. Eso es hablar de esencias y realidades al tiempo. Aunque hay algunas cosas definidas como esencias que no son reales. Que son aspiraciones. Lo primero, antes de esas esencias, es la libertad de la gente, el respeto. No potenciar el odio, la mentira que cala tan fuerte fuera de Cataluña.
Ariadna. Hay maneras diferentes de mentir. Una cosa es la mentira dañina y otra la fabulación. Por eso me ha gustado mucho hacer El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro, porque mediante esa fabulación se puede huir del estereotipo.
Javier. ¿El laberinto del fauno? ¿Qué es eso?
Ariadna. Otra película sobre la Guerra Civil que he hecho.
Javier. ¡Qué vicio!
Ariadna. Los jóvenes ven qué pasó con nuestros abuelos a través de ellas.
Javier. Nuestra generación lo había ignorado, despreciado, y de pronto descubren que el pasado es el presente. A mí y a mis editores nos sorprendió el éxito del libro. Cuando les conté lo que estaba haciendo me dijeron: "Muy bien, venderás 5.000 ejemplares, lo leerán mayores de 60 años y todos contentos".
Ariadna. ¿Qué ha cambiado para que la gente se interese por estos temas?
Javier. La gente joven, la gente joven es la que quiere saber. Cuando ves que chavales de 18, 16 años, los nietos, los biznietos, empiezan a preguntar sobre este asunto... Además, no les interesa una historia maniquea. Ahora hay curiosidad por las batallitas.
Ariadna. Mi abuela habla mucho de la guerra y yo empecé a escuchar sus historias desde que preparaba Libertarias. Desde que me cuenta sus vivencias, yo he adquirido conciencia de ser lo que soy. Su experiencia me ha marcado. Ella era maestra. Mi abuelo, también. Precisamente hoy me ha contado una historia. Le he comprado una revista Marie Claire y, al dársela, me ha dicho: ¡Un Marie Claire! Era lo que tu abuelo me enviaba desde Francia. Era la primera cosa positiva que contaba de aquello y era todo un drama, porque mi abuelo se lo envió durante los siete años que estuvieron separados por culpa de la guerra.
Javier. ¿Estuvieron separados por la guerra? Nunca me habías contado eso.
Ariadna. Fue cuestión de horas. Mi abuelo fue a buscarla al pueblo donde vivía y, como habían evacuado poco antes, se tuvo que esconder y huir. Fíjate, por muy pocas horas, siete años de espera.
Javier. Podrían ser perfectamente esos personajes de la frontera en Soldados de Salamina.
Ariadna. Podrían...
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