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Reportaje:

¡Salud y payasos!

Una gala especial de 'clowns' que han pasado por el festival Ple de Riure en sus diez años cierra la nueva edición

"¡Salut i pallassos!". Así se despedía Marcel Gros del público que abarrotaba la carpa del Ple de Riure la noche de su clausura, un festival que con esta edición ha celebrado, del 18 al 22 de julio, su décimo aniversario. El verano de 1997 nacía, impulsada por Los Chapertons, esta iniciativa dedicada al teatro cómico en el patio del Casino de El Masnou. Su buena acogida les llevó a repetir la aventura al año siguiente y al otro hasta que en 2001 el Ple de Riure se instaló en la playa de Ocata bajo una carpa. Más de 300 artistas cómicos, humoristas, payasos y músicos nacionales y extranjeros han pasado por este festival.

En la gala especial Ple de Pallassos del sábado por la noche, con los principales clowns que han pasado por el festival, Los Chapertons fueron los que se llevaron más aplausos por parte del público, básicamente local, que supo reconocer y agradecer su gestión. El alcalde de El Masnou, Eduard Gisbert, y la regidora de Cultura, Carme Giol, subieron al escenario para dar su agradecimiento institucional y unirse a la fiesta. Aplausos y risas, muchas, porque sus números a base de neumáticos de todas las medidas y formas, con los que lo mismo escenifican una carrera de motos que un western, son tan imaginativos como eficaces.

El primero en arrancar carcajadas fue otro artista que también se llevó aplausos de felicitación: el versátil Toni Albà, que se acababa de estrenar como padre. Nos deleitó con un tronchante número en el que personificó a un doblador de películas novel que daba voz al Pato Donald y a su jefe tartamudo. Le siguió Monti encarnando a la cantatrice Juanita, una diva de la ópera con plumas en la cabeza, vestido de cola rojo y un par de voluminosos airbags delanteros que quedó demostrado que no eran de serie. Quimet Pla i Núria Sulines consiguieron que el público le siguiera en un pasodoble no sin tenderle trampas y, ya en la segunda parte, el flemático Claret Clown nos tomó el pelo con su humor absurdo y sus lúcidos juegos de palabras. Tortell Poltrona quiso dedicar su intervención a los niños de Líbano y de Israel y lo hizo con el oportuno número de la bomba, ése en el que un niño del público sostiene tembloroso una bomba, que parece de la marca ACME, con la mecha encendida. La traca final llegó de la mano del polifacético bufón de la protesta Leo Bassi, que demostró estar en plena forma apareciendo entre el público vestido como el papa Benedicto XVI para criticar los fastos de su paso por Valencia.

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