Cuando Zhang Jing espía a su novio
Las experiencias extramatrimoniales (y los celos) se disparan en China al calor del cambio social
Zhang Jing, una universitaria de 21 años, lo confiesa con un poco de vergüenza: "He cogido alguna vez el teléfono de mi novio para controlar sus llamadas. Cuando se enteró, me dijo: '¿Por qué miras mis mensajes?', y le contesté: ¿Y por qué no?".
Como Zhang, muchos chinos consultan el móvil de sus parejas para asegurarse de que no forman parte de ese grupo creciente de engañados. Aseguran los sociólogos que el profundo cambio que está viviendo la sociedad china ha multiplicado las experiencias extramaritales. El incremento de la riqueza y la relajación de los controles del Gobierno sobre la vida privada han disparado, en una sociedad claramente machista, la cultura de las amantes.
El aumento de la riqueza y la relajación de los controles del Gobierno sobre la vida privada han disparado, en esta sociedad machista, la cultura de las amantes
En ciudades como Shanghai, cada vez más padres contratan a detectives para investigar la idoneidad de los futuros maridos o esposas de sus hijos y cada vez más hombres se hacen pruebas de paternidad mediante ADN.
Li Mengnan, un vendedor de automóviles, de 25 años, asegura que su novia supervisa regularmente su teléfono, y que él también mira el de ella. "Yo vendo BMW, trato con muchos clientes ricos, y es normal que vayan con chicas. La infidelidad es un tema que va muy ligado al dinero", dice.
Yu, una joven de 24 años que trabaja en una aseguradora, coincide. "Es un fenómeno común en las grandes ciudades. Pero principalmente masculino. En China, el hombre que tiene dinero quiere tener mujeres jóvenes", afirma.
El recurso al espionaje del móvil ha crecido desde que hace dos años llegó a las pantallas Shouji (Teléfono móvil), del popular director Feng Xiaogang. El filme, en el que el protagonista es sorprendido de este modo por su esposa, fue un éxito de taquilla.
Zhang Mei (nombre ficticio), de 41 años, que tiene junto con su marido una empresa de decoración, se debate sobre si tomar la misma decisión. Sospechaba que era engañada, y un día decidió controlar el teléfono de su esposo. "Había borrado los mensajes recibidos, pero no los enviados", cuenta abatida. "Me casé con 27 años, y cuatro años después comenzó a engañarme. Pensé en divorciarme, pero mi hijo tenía tres años, y no lo hice por él. Mi marido me prometió que no volvería a ver a su amante, pero siguió haciéndolo. En los últimos 10 años ha tenido varias".
Para Li Xiuguo, profesor de Antropología y de Cultura y Sociedad chinas en la Universidad Shue Yan, de Hong Kong, estos cambios sociales tienen su lado positivo y negativo. El primero refleja que "el país se está modernizando"; el segundo, que "el nivel de moralidad ha caído porque mucha gente ha perdido sus creencias originales, y aún no existe un nuevo sistema de valores".
El 95% de los funcionarios del Gobierno y miembros del Partido Comunista Chino (PCCh) que han sido condenados por corrupción tenían una querida, según la agencia oficial Xinhua. El problema ha llamado la atención de algunos diputados, que han asegurado que las relaciones extramaritales deberían ser perseguidas por ley si tienen consecuencias familiares. "Algunos hombres buscan el verdadero amor, pero otros ven a sus amantes como sirvientas y las tratan como objeto de diversión", dice el antropólogo.
La práctica de vigilar el móvil es utilizada también como disuasión, porque hay quienes piensan que investigar el origen de las llamadas y los mensajes puede ayudar a prevenir el problema.
Para Li Yihan, estudiante de arte, la costumbre, aún existente, de casarse por razones de familia o de negocios es uno de los factores que contribuye a la infidelidad. Pero dice que la clave es la falta de independencia de las mujeres.
A pesar de que el sexo sigue siendo considerado un tema tabú, la sociedad china es una de las más tolerantes sobre los vaivenes extraconyugales. Según un estudio de 2004 de la agencia de publicidad Euro RSG en cinco países, los chinos se encuentran entre los más permisivos a la hora de tener experiencias fuera del matrimonio, especialmente si "no hieren a nadie". Un 23% piensa que es correcto, frente a un 11% de los británicos o un 9% de los estadounidenses.
Pero no sólo el teléfono móvil se ha convertido en una herramienta para luchar contra la traición. Algunos afectados recurren a Internet para exponer sus casos y someter al ofensor a escarnio público. Así lo hizo un hombre, que acusó en la página Tianya a un universitario de estar liado con su esposa. Miles de visitantes de esta web dedicada a las relaciones amorosas salieron en su defensa. El ofendido incluyó el nombre del joven, y poco después aparecieron en la Red su dirección y número de teléfono, lo que provocó el acoso al estudiante en la universidad.
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