_
_
_
_
_
CIBER 006 | Alemania 2006

Más 'kartofen' y menos cerveza

Los que crecieron con la naranja mecánica de los setenta recuerdan que aquellos holandeses parecían anoréxicos (aunque entonces se desconocía qué significaba eso). Los Cruyff, Neeskens, Hann, Krol, Rep, Jansen, Rensenbrink... formaban un conjunto de esmirriaos que corrían sin, aparentemente, orden ni concierto (www.holland74.net).

Chupaos y de músculo largo, Holanda cambió la morfología del futbolista. El defensa central dejó de ser el mayor tarugo de la clase, y el extremo, un enclenque atado al banderín de córner. La revolución naranja se atribuyó a la condición física, pero antes había llegado la revolución dietética, la correcta alimentación del deportista.

Una de las primeras decisiones de Arsene Wenger al llegar al Arsenal en 1996 consistió en cambiar el menú. Lo cuenta la página de ciencia de la BBC (www.bbc.co.uk/science). Wenger eliminó el azúcar, la carne roja, las patatas y los alimentos fritos; e incorporó verduras y pescado.

Según los nutricionistas franceses, tres horas antes del partido hay que comerse una buena ración de patatas, pues contienen glúcidos, que dan energía. Un futbolista debería consumir unos 300 gramos de patatas, hervidas durante 20 minutos.

Wenger también incorporó a los menús agua, mucha agua. Incluso antes de cada entrenamiento, comprueba el nivel de hidratación de sus jugadores

En la vigilancia dietética, quizá lo último en incorporarse ha sido el agua. Por fin en este Mundial volaban los botellines cual equipos ciclistas. El agua siempre estuvo presente en el ciclismo, y en deportes donde se cree que no se suda, como vela o esquí. La pérdida de líquidos incide rápidamente en el físico. Una huelga de hambre se llega a mantener hasta 120 días, pero en huelga de sed no se pasa de los siete.

Con estas temperaturas, el futbolista pierde unos cuatro litros de líquido, cuatro kilos menos, el 5,3% del peso medio de un futbolista. La importancia de beber agua constantemente es vital: un 1% de pérdida de peso se traduce en un 5% de caída instantánea de rendimiento. Y para recuperar la hidratación se necesita litro y medio de agua por kilo perdido.

Tan importante es el antes y el durante como el después. Hay que rehidratarse rápidamente; pero la refrescante cerveza, por ejemplo, no sirve. El cuerpo absorbe muy lentamente las bebidas alcohólicas. También es diurética, es decir, a través de la orina el futbolista seguirá perdiendo más líquido que el que ingiere.

Beber constantemente agua no es necesariamente cuestión de calor o de sed, sino de mantenimiento físico. De haberlo sabido Beckham, quizás no nos hubiera vomitado en el césped.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_