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Alemania 2006 | La España de toda la vida

Presos de sus palabras

Los cuatro últimos seleccionadores de España, por una u otra razón, han sido presos de sus palabras y en sus dimisiones o renuncias forzadas han coincidido algunos factores: el presidente de la federación, Ángel María Villar, siempre les ha ratificado antes de su dimisión y los implicados amagaron con seguir antes de despedirse.

Javier Clemente, que resistió el fracaso del Mundial 1998, no pudo soportar la derrota ante Chipre (3-2) en la fase clasificatoria de la Eurocopa 2000. Clemente, un torbellino habitual de palabras, se aferró al cargo, restando importancia al fracaso de Larnaka, pareció aguantar incluso las intromisiones del Gobierno (la entonces ministra de Educación, Esperanza Aguirre, reclamó a Villar que resolviera el caso Clemente) y de los partidos políticos que reclamaban una destitución. Seis años y un día después de su nombramiento, Clemente se fue "ni cesado ni dimitido", dijo con su habitual agudeza dialéctica.

A partir de Clemente comienza un ciclo en el que los seleccionadores españoles arrancan con un compromiso más o menos expreso que condiciona su futuro. Camacho, que sucede a Clemente en un clima de consenso, lo hace con una premisa muy subjetiva: "Si fracaso [en el Mundial de Corea y Japón], me voy". El técnico de Cieza no desveló el contenido de su compromiso hasta que España fue eliminada en cuartos de final por la anfitriona, Corea del Sur. Una vez más, la federación anunció que Camacho seguiría en el cargo. Una semana después, Camacho anuncia que dimite, rescindiendo un contrato que le ligaba a la selección dos años mas. ¿Fracaso ante Corea? No, según dijo Camacho en su despedida. "No nos hemos ido del Mundial, nos han echado", luego oficialmente sus razones fueron otras: "Quiero entrenar en un club para vivir la inquietud del trabajo diario", explicó como motivo de su adiós.

Sáez, que tomó el relevo como "solución transitoria", según Villar, también partió con deberes a la Eurocopa de Portugal: "Si fracaso o no llego, me voy. Esto es una reválida en la que no basta con sacar notable". España cayó en la primera fase ante Portugal. Sáez anunció que seguiría al frente de la selección, a pesar de que valoró con un seis la actuación de su equipo. Su única condición era contar con la confianza de la federación y del entorno. Villar volvió a apoyar su continuidad, pero dos días después de anunciar el recurrente "yo sigo", Sáez presentó la dimisión apelando a un enigmático entorno. La enorme presión mediática afectó a Sáez y a Villar.

Entonces llegó Luis entre el clamor de los medios. Y todo igual: el reto fallido de las semifinales, la confianza de la federación y "del pueblo"... y quizás la dimisión.

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