Hecatombe acuática

Queridos teleespectadores, nos encontramos en la azotea del edificio FNAC retransmitiendo en directo la III Convención Anual de Mimos, Payasos y Saltimbanquis Callejeros de Madrid. La calle Preciados se encuentra abarrotada de estatuas vivientes, mimos de boinita y bufonetes varios para el deleite de los agradecidos paseantes. Madrid adora a estos profesionales de la simpatía que con sus siempre descacharrantes y espontáneas gansadas despiertan nuestra sonrisa cuando nos topamos con ellos en nuestro devenir diario. Los paseantes disfrutan en esta soleada tarde con las originales bufonadas de los muy queridos mimos tradicionales, se asombran con las estátuas vivientes, adoran las cabriolas de Charlie y su perrito 'Fofó'... Pero, un momento ¡Algo ocurre! Un atronador rugido ha rasgado la tranquilidad de la tarde. El suelo tiembla. Todos miran hacia Callao donde... ¡oh, recórcholis! ¡Una descomunal ola de veinticinco metros se dirige directamente hacia la convención! ¡Señores, un maremoto en Madrid! Las caras pintadas se vuelven muecas de terror cuando tratan de salvar sus vidas. Allá va un cómico que trata de escapar de la hecatombe: sus enormes zapatones de payaso le impiden correr. Tropieza. Cae. ¡No lo logró! Más allá, una estatua viviente de paraguas y gabardina permanece impasible ante la muralla de agua. ¡Qué profesionalidad señores! ¡Es engullido por las aguas malvadas, inmóvil hasta el final! Nadie le echó una monedita para que pudiera huír. !Oh, señores, la devastación es terrible!. Veo en el agua flotar innumerables boinitas de mimo, corbatones, una flor de coña, la correíta de 'Fofó'. ¿Qué maléfico Dios podría tener algo contra mimos y bufones callejeros para inventarse un mar en Madrid?

¿Qué maléfico dios podría haber enviado esta ola para que arrollase a simpáticos mimos, estatuas y bufones callejeros?