El 'chipigol'
Del Instituto alemán Fraunhofer han salido inventos que han cambiado el mundo, por ejemplo, el sistema de compresión musical MP3, que hoy todo el mundo usa aunque no sepa qué es, (lo que da medida de su éxito).
El mismo Fraunhofer (www.iis.fraunhofer.de) lleva seis años jugando al fútbol con un balón especial; en su interior tiene un sistema de localización cargado de chips. También las botas de los jugadores llevan microprocesadores impresos. Los chips leen la posición en el campo del balón y de los jugadores a una velocidad de 2.000 veces por segundo.
Antenas instaladas en el campo recogen los datos, que los remiten a un ordenador central para que los procese estadísticamente. El sistema da la información antes de acabar esta frase. En una fracción de segundo, la nueva tecnología podría decirle al árbitro si el balón cruzó la raya de gol; pero también puede informar a los técnicos y al público en general de las veces que un jugador toca el balón o los metros que corre.
Quizá parezca ciencia-ficción, pero es un sistema similar al que ya se emplea con algunos presos cuando se van de permiso, y seguro que se mueven más que Ronaldo. También se podría aplicar a cualquier sistema de seguridad, a otros deportes, e, incluso, abre nuevos caminos al negocio de las apuestas on line.
Al igual que en el caso del MP3, pueden pasar años hasta que el balón con chip se incorpore al fútbol profesional, pero, de momento, la FIFA se ha interesado por el invento. Uno de los colectivos más a favor es el del arbitraje, que así se evitaría protestas de futbolistas, público y tertulianos. La efectividad de echar la culpa al ordenador ha sido altamente demostrada en las cajeras de los supermercados o en las ventanillas de los bancos. De momento, hace años que los árbitros catalanes escriben sus actas en una agenda electrónica, las imprimen en una impresora portátil y las envían al Colegio de Árbitros por Internet, y aún no se ha extendido a la Liga.
El chipigol del Fraunhofer acabaría, por el contrario, con la terminología épica del deporte. Adiós al "lamiendo el larguero". Los comentaristas tendrían que excitar a su audiencia gritando: "¡Disparo a 128 kilómetros por hora, a dos milímetros y medio de la madera, desde 14 metros!".
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