Un choque a 150 por hora, como caer desde la Giralda
Los cursos de reeducación del nuevo carné apelan a la conciencia y refuerzan los conocimientos fundamentales de la seguridad vial
Primer tomo, página 45: una colisión circulando a 150 kilómetros por hora equivale a caer desde la cúspide de la Giralda, 93,8 metros. Segundo tomo, página 25: la distancia que se recorre al frenar a esa velocidad es de 103 metros, la longitud de un campo de fútbol. Tercer tomo, página 146: ante un accidente es necesario seguir unos pasos y reglas básicas, como señalizar bien la zona del siniestro o no mover a los heridos para evitar lesiones medulares.
Consejos sencillos, pero eficaces; datos concretos, tan alarmantes que dan un vuelco a la conciencia; reflexión sobre las conductas habituales, que pueden llegar a ser letales. Los cursos de reeducación que tendrán que superar los conductores que pierdan todos o parte de sus puntos a partir del 1 de julio llaman a la responsabilidad del conductor para evitar las graves consecuencias de las conductas de mayor riesgo, le ayudan a anticiparse a las situaciones que le pueden costar la vida o hacer que éste siegue la de otros; y sobre todo incide en que muchos, muchísimos de los muertos y heridos en calles y carreteras podrían evitarse.
Aunque las previsiones de la Dirección General de Tráfico apuntan a que hasta bien entrado septiembre no llegarán a las autoescuelas los primeros infractores con una sanción en firme que les reste todo o parte del saldo de puntos, los centros de formación ponen a punto sus sistemas y los formadores afinan sus conocimientos para impartir cursos de 12 y 24 horas.
Los primeros, con un coste de 170 euros, destinados a quienes quieran recuperar hasta cuatro puntos cada dos años, y los segundos, con un precio de 320 euros, para los conductores que hayan perdido el carné por acumulación de infracciones, y tras pasar seis meses sin coger el volante. Cada centro debe impartir un curso de recuperación parcial cada mes y otro de recuperación total cada dos meses.
Cambiar la actitud de quien desprecia los riesgos de la carretera no será fácil, pero el material preparado por el Instituto Universitario de Tráfico y Seguridad Vial de la Universidad de Valencia ha obviado los rodeos, consciente de que entre el 70% y el 90% de los accidentes se deben al factor humano. Éstas son algunas de las claves de esos cursos.
- La magnitud del problema. En España mueren anualmente 5.500 personas y 150.000 resultan heridas en accidentes de circulación. Además de estos escalofriantes datos, los siniestros también suponen un elevado coste económico: cada español debe asumir de media 400 euros anuales como consecuencia de los gastos que ocasionan los accidentes de tráfico. El total es de 16.000 millones de euros.
- El tipo de vía. El 55% de las víctimas (muertos más heridos) se producen en las carreteras, y el 45% en vías urbanas. La velocidad provoca que en carreteras y autovías, el número de muertos sea cuatro veces mayor que en las calles, pero los siniestros en ciudades y pueblos provocan lesiones más graves. Algunas personas piensan que los límites de velocidad no tienen sentido y que están trasnochados. Una muestra de por qué están justificados: a partir de 55 kilómetros por hora empieza a ser más probable que el peatón atropellado muera a que sobreviva. A partir de 80 kilómetros por hora, prácticamente todos los peatones atropellados morirán.
Cada año fallecen 700 viandantes en España, uno cada 12 horas. Al contrario de lo que se cree, la mayoría de los siniestros en carretera se producen en tramos rectos, donde el conductor se confía más, y no en curvas.
- El vehículo. A medida que avanza la antigüedad del vehículo, las posibilidades de sufrir un fallo mecánico se incrementa, especialmente a partir de los 10 años. Que la máquina responda depende en gran medida de un mantenimiento adecuado. Según las estadísticas, los principales fallos en los vehículos tiene que ver con la deficiente o nula iluminación, defectos en la dirección, problemas en los frenos, sobrecarga y, sobre todo, el estado de los neumáticos.
- La velocidad. Advierten los manuales de reeducación: "Si circulas siempre a una velocidad excesiva, que sufras un accidente es una mera cuestión de tiempo". La velocidad es el segundo factor de siniestralidad en España, tras las distracciones. Está presente en 1 de cada 5 accidentes mortales. Algunos estudios indican que si se redujera la velocidad media de circulación en un kilómetro por hora, los accidentes se reducirían un 3%.
Circular a 180 kilómetros por hora equivale a caer desde el piso 36 de un edificio. Pero no sólo el exceso de velocidad puede provocar accidentes, el conductor debe adecuar la marcha a las condiciones de la vía, del vehículo y a su propio estado físico y psíquico. Además de incrementarse el tiempo de reacción y de frenada, la velocidad genera el llamado efecto túnel en la visión del conductor. Esto supone que el ojo es incapaz de captar las imágenes laterales y sólo enfoca con nitidez el centro de la imagen. Por ejemplo, a 80 kilómetros por hora, se pierde el 35% de la eficacia visual. Cualquier maniobra o decisión a una velocidad excesiva incrementa el riesgo de sufrir accidentes.
- Alcohol y drogas. Un 42% de los españoles reconoce que ha conducido alguna vez bajo los efectos de bebidas alcohólicas. Éstas se encuentra detrás de entre el 30 y el 50% de los siniestros con resultado de muerte. Un conductor después de haber bebido tiene alteradas todas las capacidades psicofísicas, asume mayores riesgos, es más irresponsable y comete más infracciones. También percibe peor las luces, las señales, las distancias y las velocidades. Una persona con 1,8 gramos por litro de sangre -el límite está en 0,5- necesita entre seis y ocho horas para que su nivel de alcoholemia baje del nivel máximo permitido.
Es bastante probable que un hombre de 80 kilos dé positivo tras beber dos tercios de cerveza, tres copas de vino, o dos vasos de whisky con cola. Sin embargo, dos personas que beban lo mismo no tienen por qué dar el mismo resultado en la prueba de alcoholemia.
En el tomo segundo se ofrece un amplio desarrollo de cómo afecta el sueño, la fatiga y el estrés y las drogas a la conducción. La más consumida, el cannabis, puede llegar a duplicar la probabilidad de sufrir un accidente. Las alergias también pueden a afectar a la capacidad de conducción. Se estima que un 2% de los siniestros mortales están relacionados con las alergias respiratorias.
- Los sistemas de seguridad. Las estrellas de la seguridad pasiva son los cinturones y los airbags. Forman un tándem. El airbag no tiene sentido sin el cinturón porque impactar contra la bolsa de aire sin llevar puesto el cinturón puede provocar graves lesiones, el impacto contra el volante sería equivalente a recibir un golpe con un mazo a 160 kilómetros por hora. En las plazas traseras, un niño de 20 kilos, sin sistemas de retención adecuados sería proyectado contra el parabrisas con una fuerza equivalente a más de 500 kilos.
Según la organización Mundial de la Salud, el cinturón -el único freno del cuerpo del ocupante del vehículo- es uno de los inventos que más vidas ha salvado. Reduce la posibilidad de muerte en más de un 60%. Y los estudios indican que sólo en un accidente de cada millón llevar este sistema de seguridad puede ser negativo. A tan sólo 40 kilómetros por hora, un golpe frontal puede ser mortal, porque la cabeza impacta contra la luna delantera. A 50 kilómetros por hora, una persona de 70 kilos se precipita hacia delante con un peso de más de 3.000 kilos. La probabilidad de sufrir lesión medular grave si no se lleva este sistema de retención y el conductor sale despedido aumenta un 1.300% y la posibilidad de muerte, un 300%.
- Reposacabezas y sillitas. El gran desconocido de la seguridad pasiva es el reposacabezas. Su función no es ofrecer comodidad, sino proteger el cuello del llamado latigazo cervical, que puede llegar a provocar graves lesiones cervicales. Pero su efecto puede ser adverso si no está bien colocado: el borde superior debe estar entre la parte alta de la cabeza y la altura de los ojos, mientras que la distancia de seguridad no debe superar los 4 centímetros.
Muchos padres, colocan las sillitas de los niños en el asiento delantero derecho, sin saber que es el más afectado estadísticamente en colisiones. La silla debe colocarse en la plaza central de la parte trasera -si dispone de cinturón o de sistemas de anclaje- y en sentido contrario a la marcha. Si se contemplaran las normas básicas de seguridad de los menores, se podrían evitar el 75% de las muertes anuales de niños: 1.000 pequeños pierden la vida anualmente en Europa y 80.000 resultan heridos.
Llamadas que cuestan vidas
Uno de los principales motivos de distracción es el uso del teléfono móvil. Su uso mientras se conduce aumenta el riesgo de accidente entre cinco y diez veces. Hay cuatro momentos especialmente peligrosos. Cuando alguien recibe una llamada se genera un efecto sorpresa, que distrae de la conducción. Buscar el móvil y contestar aumenta aún más el riesgo. Marcar un número de teléfono requiere de hasta 10 segundos, tiempo en el que se recorren hasta 330 metros sin controlar adecuadamente el vehículo.
El peligro mientras se mantiene una conversación aumenta mucho durante el primer minuto; después la atención disminuye un 40%. Seguir pensando en la conversación que se ha mantenido provoca que el conductor tarde un tiempo en atender al tráfico.
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