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Entrevista:

"Cuando bebo me pongo graciosa"

Pregunta. Reina Gertrudis, madre de Hamlet. ¿Va el papel a su poderío?

Respuesta. Hombre, no sé si va el papel con mi poderío, pero es evidente que me ha elegido Lluís Pasqual porque se supone que puedo hacerlo.

P. Vuelve al teatro después del cine. ¿A quién quiere más, a mamá o a papá?

R. Eso es muy difícil de decir. A los dos, cada uno por una cosa. El teatro es el único punto vivo que todavía queda. Es algo sagrado.

P. Como Hamlet, ¿usted también se mata a debates internos?

R. Claro, pero muchos menos que él.

P. ¿Y de qué duda?

R. De varias cosas. A veces del ser humano, de su capacidad para aprender de sus propios errores.

P. El protagonista piensa que es usted una pelandusca. Qué borde, ¿no?

R. Sí, es bastante borde. Pero es que está muy enamorado de su madre, aparte de que tenga el fantasma de su padre ahí encima. Es una neurosis que él pilla, dolido ante el matrimonio de su madre a dos meses de la muerte del padre, y encima con su tío.

P. Dice Hamlet: "Fragilidad, tienes nombre de mujer". Qué mal ha educado al niño, Gertrudis.

R. Sí [ríe]. Bueno, es un momento también muy especial. Las mujeres contaban más bien poco. Ella, porque es reina. Pero estaban sometidísimas.

P. En la obra muere de un mal vino. ¿Qué tal vino tiene en la vida civil?

R. Pues fíjese: Soy de las que cuando bebe se pone graciosa, inteligente o al menos ingeniosa. Eso dicen mis compañeros.

P. ¿Para ponerse inteligente le hace falta empinar?

R. Espero que no. Tampoco podría asegurarlo absolutamente. Pero no me considero una persona tonta.

P. ¿Qué le envenena?

R. Me envenena la injusticia, el poder absoluto de un país, Estados Unidos, sobre todos los demás.

P. ¿Cuál es su castillo de Elsinore?

R. El teatro.

P. ¿Y la cuestión de su ser o no ser?

R. Yo creo que ahí está todo: ser o no ser persona. No hay posibilidad de decirlo mejor que Shakespeare.

P. Mucho premio, pero el Goya es su espinita.

R. No. A mí me gustan los premios, cómo no, son un halago. Pero no me quitan el sueño.

P. ¿Cuando presidía la Academia de Cine no tuvo tentación de decir: "El Goya para este cuerpo"?

R. No, para nada. Yo creo que el Goya tiene que seguir siendo algo absolutamente honesto y honrado.

P. ¿Esa etapa fue negra, blanca, roja, gris?

R. Blanca y negra y gris por momentos, y una parte roja estupenda que es el No a la guerra. Haber vivido ese momento compensa todo lo anterior.

P. Paredes menos Almodóvar igual a...

R. Sería una actriz con un prestigio y algunos buenos personajes, pero mucho menos conocida. La proyección que te da Pedro es muy difícil de igualar.

P. Creo que no tiene que esforzarse mucho con el mal genio y el carácter fuerte de sus personajes.

R. Por supuesto. El carácter y la mala uva los llevo clarísimamente puestos.

P. ¿Alguna vez se ha creído Marilyn o es sólo el peinado?

R. No. Sus curvas están muy lejos de las mías, y esa cosa un poco frívola a mí no me gustaba. Ella me ha gustado más tarde.

P. Dijo que el éxito puede llevar a la neurosis. ¿En qué punto psiquiátrico se encuentra?

R. Yo creo que he superado todos los peligros de la fama, y de los Oscar. En cuanto uno tenga un mínimo de lucidez se da cuenta de que es algo coyuntural.

P. ¿En alguna ocasión ha pensado que era una diosa?

R. Para nada. Yo sé muy bien que no lo soy. Lo que pasa es que puedo interpretar bien a una diosa, porque, igual que estoy en contra del poder, me provoca cierta curiosidad ese mundo de la nobleza entre comillas, que es una cosa tan arcaica.

P. Más que diosa se ve marquesona.

R. Es verdad. Aunque lo de diosa de las de antes, como bonito es más bonito.

Marisa Paredes, en el Teatro Español de Madrid, donde se representa <i>Hamlet, </i>de William Shakespeare.
Marisa Paredes, en el Teatro Español de Madrid, donde se representa Hamlet, de William Shakespeare.ULY MARTÍN

PERFIL

Con 60 años y una hija, le gusta ir al cine y al teatro, ver exposiciones, pasear y estar con sus amigos. Se muestra muy reidora, y amante de calzarse las pantuflas y el pijama, aunque poco dada a labores domésticas: "Llegar a casa después de haber sido la reinona y ponerme a hacer huevos fritos no me apetece; no por diva, sino por cansancio", dice.

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