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Reportaje:Alemania 2006 | Suecia-Paraguay

A la caza del chivato

Larsson lidera a los suecos y descubre al jugador que contó la pelea entre Ljungberg y su capitán, Mellberg

La selección sueca buscaba un espía por los corredores del Hotel Kapinsky. Hay un infiltrado, decían, que arrebata los secretos del vestuario y los cuelga en la prensa sensacionalista. Lo pensaban, porque los medios suecos han ido publicando en capítulos muy detallados todo lo sucedido desde que a Freddy Ljungberg y Olof Mellberg se les cruzasen los cables y se peleasen a puñetazos al concluir su partido contra Trinidad. El encuentro acabó empate a cero.

El barcelonista Henrik Larsson, con la noche del martes muy avanzada, obligó a los dos futbolistas a mirarse a la cara y darse la mano. A hacer las paces aparentemente. Les regañó, les dijo que nada de eso era bueno para el conjunto. Que no debían pensar en ellos mismos. Y se supo. Ayer, el que hubiese trascendido esa reunión secreta activó todas las neurosis del vestuario. Un jugador reconoció a los demás que fue él el filtrador, pero que pensaba que era una conversación "privada y entre amigos" con el informador. A pesar de eso, las sospechas contra los chivatos siguen activadas, comentan algunos periodistas suecos.

El pasado martes el ex azulgrana riñó a los dos futbolistas y les obligó a mirarse a la cara

"No es de mis mejores amigos y prefiero socializar con otros en el tiempo libre", reconoce Freddy Ljungberg, cuando habla de Mellberg. Mellberg dice, sentado junto a su entrenador, Lars Lagerback, y a 24 horas del encuentro contra Paraguay que él no tiene "por qué pedir perdón a Ljunberg". Aunque parece que, instado por Larsson, accedió de mal humor a pedir disculpas. Un portavoz de la selección ha reconocido públicamente que el incidente existió. "Fue corto, pero intenso", confirmó el responsable de prensa del equipo. "No fue nada personal", añade Fredrik Ljungberg.

La pelea, según parece, fue porque Ljungberg terminó convencido de que los demás compañeros le estaban boicoteando. No le pasaban la pelota. Y el cerebro que había maquinado esa estrategia de marginación era el de Mellberg. El jugador del Arsenal recibió la pelota siete veces en los 90 minutos, lo que supone una cifra extraordinariamente baja para el puesto que ocupa (media punta). Además, estos dos futbolistas ya tuvieron un serio altercado en 2002, durante el Mundial de Corea y Japón. En aquella ocasión la pelea fue en un entrenamiento y nadie la pudo desmentir: la grabaron las cámaras de televisión.

"Son gente maravillosa, muy profesional y estoy encantado de trabajar con ellos", dijo ayer el seleccionador Lars Lagerback, al que comentan que todo le ha superado y que ha dejado en manos de los más veteranos reconducir el asunto. Lagerback, con la mirada dura detrás de sus gafas de montura metálica, no quería hablar de los incidentes. En su opinión son "anecdóticos" y la responsabilidad de haberlos convertido "en algo importante" es de la avidez de noticias de la prensa sueca.

Una opinión que comparte el delantero Marcus Allback: "No creo que la pelea nos vaya a afectar de ninguna manera especial, fue una cosa pequeña que la gente ha convertido en un incidente masivo, hablando de luchas internas y eso". Para Allback, sencillamente fue "una discusión, algo muy normal cuando no obtienes el resultado que deseas".

Lagerback también incidió en el aspecto anímico, como detonante de una situación a la que ha insistido en quitar importancia: "Hay muchos sentimientos en la caseta cuando concluye un partido, es un momento intenso para lo bueno y para lo malo."

El delantero sueco Larsson controla el balón en la sesión de entrenamiento de ayer en Bremen.
El delantero sueco Larsson controla el balón en la sesión de entrenamiento de ayer en Bremen.REUTERS

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