"Mi descubrimiento favorito no es el del Nobel, sino el del quark charm"
Sheldon Lee Glashow es una de las grandes figuras de la física mundial. Recibió en 1979 el Premio Nobel de Física (compartido con Steven Weinberg y Abdus Salam) por la unificación electrodébil, es decir, por mostrar cómo dos de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza (la electromagnética y la fuerza nuclear débil) son en realidad lo mismo, una sola fuerza. Glashow, estadounidense, de 74 años, profesor ahora de la Universidad de Boston (EE UU) después de pasar toda la vida en la de Harvard, participó recientemente en la semana Campus de Excelencia, organizada en Fuenteventura por la Fundación Vitalia. Allí su charla no versó sobre física de partículas, sino que se extendió en una reflexión más amplia acerca de la ciencia: ¿Avanza la investigación por ciego azar o por diseño inteligente? El descubrimiento científico que se realiza por accidente o casualidad, con sus jugosos ejemplos históricos, sin duda divierte a Glashow, con su curiosidad, mente brillante y espíritu juguetón de siempre, pero reconoce que en su área de investigación, la física teórica de partículas, no hay hueco para el descubrimiento por azar.
"Muchos descubrimientos científicos han sido accidentales y muchos otros son producto del diseño, de la investigación planificada"
"Estados Unidos tiene ese sueño de gastar dinero en enviar astronautas a Marte, que es una cosa muy tonta y no científica"
Pregunta. ¿La casualidad juega un papel en la ciencia más allá de la anécdota?
Respuesta. Muchos descubrimientos científicos han sido accidentales, resultados de la serendipity, y muchos otros son producto del diseño, de la investigación planificada. Ambos tipos han jugado un papel muy importante en la historia y puedo mencionar algúnos ejemplos. La penicilina fue descubierta por Alexander Fleming por casualidad, mientras que la estreptomicina, el segundo antibiótico importante, fue buscado. Otro caso, retrocediendo al siglo XVVIII, es el de la radiación infrarroja y la ultravioleta. La primera fue descubierta por William Herschel, en 1800, cuando estaba estudiando la luz solar disperasada por un prisma; colocó termómetros en cada color de la luz y otros de control. Un termómetro que resultó estar más allá de la parte roja del espectro registró una temperatura alta y así descubrió, por casualidad, una forma de luz fuera del espectro visible: la radiación infrarroja. Un año después, Johann Ritter razonó correctamente que podría haber también luz más allá del azul, y descubrió la ultravioleta, en un experimento diseñado.
P. Pero incluso el descubrimiento por azar no suele suceder en cualquier circunstancia, sino a la persona adecuada en el momento adecuado....
R. Y a veces cometiendo también el error adecuado. La sucralosa [edulcorante artificial] fue descubierta en un laboratorio en que se estaba investigando un compuesto químico... y un jóven estudiante extranjero exclamó: "Esto es tremendamente dulce". El jefe del laboratorio, sorprendido, le pregunto: "¿Quieres decir que has probado eso?" El jóven aseguró que hacía lo que le había mandado. El jefe le había dicho que lo ensayara, no que lo probara [juego de palabras, en inglés, entre test (ensayar) y taste (probar)]. Pero tuvo buen ojo y se dió cuenta de que tenían algo interesante, aunque fuera por casualidad.
P. Parece que había más descubrimientos por casualidad en el pasado que ahora.
R. También ha habido casos en el siglo XX. En los años sesenta la URSS y EE UU acordaron no hacer ensayos atmosféricos de armas nucleares, pero EE UU estaba muy preocupado por el cumplimiento por parte soviética y lanzó unos satélites que vigilaban si se producían ensayos secretos. No hubo violaciones del acuerdo pero los satélites observaron algo extraño: estallidos de radiación procedentes del espacio. Se mantuvo en secreto hasta 1972 y resultaron ser los estallidos de rayos gamma, que mi amigo Álvaro de Rújula está intentado explicar ahora. Es todo un reto de la física.
P. ¿Sus descubrimientos son producto de la planificación o de la casualidad?
R. En física teórica la única forma de serendipity que cabe es tener el mentor adecuado, y yo lo tuve: Julian Schwinger.
P. ¿Cuál es su descubrimiento favorito?
R. Creo que no es por el que me dieron el Nobel, sino el del quark charm Entonces se conocian tres quarks (up, down y strange) y hoy son seis. En 1964, mi colega James Bjorken y yo sugerimos que existiría un cuarto quark que llamamos charm [encanto]. Luego me olvidé hasta 1970, cuando nos dimos cuenta de que ese quark no sólo tenía que existir sino que se justificaba su nombre porque charm en una lengua africana es un fetiche o amuleto que mantiene alejada la maldad y el peligro, y descubrimos: que el quark charm evita algunos tipos de procesos. Entonces nos sentimos muy orgullosos de haberlo comprendido antes que nadie.
P. ¿Cómo se siente uno cuando hace un descubrimiento importante?
R. Cuando hice el trabajo por el que recibí el Nobel, a principios de los años 60, no tenía ni idea de que sería importante. Compartí el premio con Salam y Weinberg, y este último, que hizo su trabajo en 1967 de forma diferente e independiente del mío, tampoco se dió cuenta entonces de que era tremendamente importante.
P. ¿Qué hace falta en su área, la física de partículas, para hacer un descubrimiento?
R. Antes era más fácil, ahora normalmente hace falta mucho dinero. A menudo la física de partículas se hace en grandes grupos, en el CERN [Laboratorio Europeo de Física de Partículas, junto a Ginebra] son equipos de miles de físicos en cada experimento. Ahí no hay mucho hueco para el descubrimiento accidental, aunque hay otras vías experimentales. En cuanto a la física teórica, creo que no hay espacio para la casualidad: hay teorías falsas y teorías correctas.
P. ¿Goza de buena salud la física de partículas ahora?
R. El apoyo a la física de partículas y la astrofísica ha decaído en los últimos años en EE UU, pero también en Europa. El nuevo acelerador de partículas LHC se está construyendo en el CERN y los científicos de EE UU tienen financiación suficiente para ese programa. Pero hay experimentos más pequeños, estupendos, que no se están haciéndo, no en aceleradores sino en instalaciones subterraneas, por ejemplo. Cuore es uno de ellos, un detector para investigar la doble desintegración beta del neutrino; es un proyecto internacional y la aportación estadounidense no está aún disponible, aunque sólo son 10 millones de euros como mucho. Los astrofísicos están preocupados también porque EE UU tiene ese sueño de gastar dinero en enviar astronautas a Marte, que es una cosa muy tonta y no científica.
P. ¿Le parecen mejor los robots de exploración planetaria, como los de Marte?
R. ¡Por supuesto! Los robots están haciendo un trabajo estupendo allí.
P. Usted conoce bien la comunidad científica española de altas energías. ¿Qué opinión le merece?
R. Hay físicos españoles muy buenos trabajando fuera de España. Dentro del país hay varios grupos, en Sevilla, Valencia.... En Madrid, el Departamento de Física de la Universidad Autónoma es muy bueno. También hay grupos buenos en Barcelona. Y España está en el CERN, en el LHC.
P. ¿Cuál sería su consejo a un joven que quisiera dedicarse a la física de partículas?
R. El estudiante que entra en la física no necesita comprometerse en un campo desde el principio, porque hay muchas áreas: materia condensada, física atomica, gravitación, partículas... y para tomar una decisión sobre lo que quieres hacer tienes que conocer un poco lo que hay. Pero lo realmente importante es que te emocione y fascine la física, si no, dedícate a otra cosa.
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