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AJEDREZ

Peón hercúleo

Estudio de A. Troitzky

Novoye Vremiá, 1896

No fiarse de las apariencias, profundizar en el análisis, soltar la imaginación y, después de todo ello, ser exacto en el cálculo. Podrían ser consejos para la estrategia empresarial, o para la vida en general, pero se refieren a la muy interesante posición del diagrama. Dado que rey, alfil y caballo son suficientes para dar mate, muchos se rendirían con blancas en este momento: todo indica que las dos piezas negras se bastan y sobran para frenar al peón blanco apoyado por el rey. Sin embargo, la primera zambullida en los entresijos da una pista muy útil para lograr el ansiado empate: el caballo está mal colocado, es torpe, será atacado por el rey blanco y es casi imposible que el negro lo defienda porque está ocupado con el otro peón. Ésa es la idea básica, pero su ejecución implica bellas sutilezas: 1 c6, Ag4 (más temprano que tarde, el alfil debe controlar c8; en todo caso, es instructivo ver qué pasa con el otro plan lógico: 1... Ce6 2 Rb6, Ag4 3 c7, Cd4 4 Rb7, Cb5!, para dar jaque en d6, 5 c8=C!!, y las negras ya no pueden ganar) 2 c7, Cb7 (parece que las negras han encontrado un plan defensivo ganador: ahora, el rey blanco atacará al caballo, que será defendido por el alfil desde c8, y habrá que rendirse; tampoco sirve sacrificar el peón para transformarlo en dama, con la idea de llevar luego el rey a c7, porque las negras no tomarían la dama con el alfil, sino con el caballo tras el jaque doble en d6. Pero ahora viene la fina sutileza...) 3 c8=C!!, A - c8 4 Rb6!, Cd6 (tampoco sirve 4... R - g6 por 5 Rc7) 5 Rc7, tablas, porque cae una pieza. Correspondencia: ajedrez@elpais.es

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