23 millones por un menor de edad
Agüero, de 17 años, que batió el récord de precocidad de Maradona en la Liga argentina, firma por el Atlético
Nunca se había pagado tanto dinero, 23 millones de euros, por un futbolista menor de edad. Sergio Agüero, de 17 años, cerró ayer de madrugada, junto al consejero delegado del Atlético, Miguel Ángel Gil Marín, su traspaso a la entidad madrileña. El Kun habilidoso mediapunta con fobia a la oscuridad y escalofríos cada vez que recuerda una rata, se ha comprometido con el Atlético hasta 2012. Entonces tendrá sólo 23 años.
Su historia comenzó a escribirse en las entrañas del Gran Buenos Aires, donde la gente se apiña y la pobreza hace estragos. Allí, en una zona humildísima llamada Villa Itatí, comenzó a hacerse amigo de la pelota. "Yo soy el segundo de siete hermanos. Mi papá conducía un coche y mi mamá era ama de casa. Vivíamos con menos de tres euros por día", recuerda Agüero.
Creció en un humilde barrio de Buenos Aires: "Vivíamos siete hermanos con tres euros al día"
En el barrio había una sola cancha de fútbol. De tierra, para que todos se acostumbraran a los golpes. Del fútbol, pero también de la vida. Tres palos sueltos de madera hacían las veces de portería. Agüero solía salir disparado de su casa por una ventana que daba a la cancha. Allí jugaba toda la tarde. "A veces por un sándwich. Otras, por una gaseosa", según su relato. La villa era peligrosa. El tiempo -y las patadas- lo llevaron a inventarse tretas. Por ejemplo, ayudarse con el sol. Sobre la tierra aprendió a guiarse por la sombra de los defensas para saber su posición. El resto del tiempo, Agüero veía la televisión. De ahí le asigna su abuelo ese apodo, Kun, por una serie de animación japonesa llamada Conan, el niño del futuro. Allí había un personaje diminuto que se dedicaba a hacer diabluras. No se perdía un solo capítulo.
Las piruetas de Agüero en aquella cancha de tierra no pasaron desapercibidas. Su talento se transformó en creciente rumor, en un país que ya buscaba con desesperación al heredero de Maradona. El padre de Agüero, Leonardo, conocía a Eduardo González, un periodista que tenía un programa de la actualidad del Independiente, uno de los cinco clubes más grandes de Argentina. "¿Por qué no viene a ver a mi hijo?", le preguntó. Pasó casi un año hasta que González, por fin, accedió. "Agüero tenía 8 años, pero una habilidad asombrosa. En cuanto lo vi supe que iba a ser un jugador distinto", recuerda el descubridor del Kun.
El paso siguiente fue llevarlo al Independiente. Allí lo ficharon al instante. "Cuídamelo bien, que tenemos un pichón de crack", le pidió González a Néstor Rambert, uno de los técnicos de Independiente. Agüero no tardó en debutar. El club, de rojo como su amado Arsenal, fue campeón. Saltó a la novena categoría, junto a chavales de su edad. Agüero siguió deslumbrando. Tomó un atajo para ir desde la Octava categoría a Primera. Se convirtió en el jugador más joven en debutar en el campeonato argentino. Tenía quince años, un mes y tres días. Quebró el récord de Diego Armando Maradona.
En poco menos de tres años, el Kun explotó. Disputó el Suramericano Sub-16 con Argentina y se hizo fijo en las alineaciones de su club. Después llegó el Mundial Sub-20 de Holanda, ganado por Argentina. A los 16 años, su estrella ya brillaba con luz propia. Sin embargo, Agüero jamás dejó de firmar autógrafos. A todos les regalaba una sonrisa, su segunda marca registrada. Sólo iban a verlo a él, ya convertido en ídolo. González, su descubridor, lo tiene claro: "Creo que aún no vimos al verdadero Agüero. Va a ser mejor que Messi y Ronaldinho".
Con semejante progresión, era previsible que le salieran mil novias. Primero fue el Juventus, que ofreció por él medio millón de dólares cuando todavía era un niño. Después, los clubes interesados se multiplicaron: el Hamburgo, el Chelsea, el Corinthians, el Bayern y el Inter. Hasta el Villarreal pujó fuerte, llegando a ofrecer 12 millones de euros. Las ofertas fueron rechazadas una a una. Hasta ayer.
A Agüero también le llegó el reconocimiento de los colegas, incapaces de solucionar el enigma que parte de sus botas número 40. "Es un clon de Romario", lo bautizó César Luis Menotti. "Ojalá que vaya a la selección", imploró el actual técnico del Independiente, Julio César Falcioni. "Sería una barbaridad que se quedara afuera del Mundial", amenazó el presidente del club, el empresario Julio Comparada. Y hasta Diego Maradona intercedió en el debate: "No podemos regalar a Agüero, que hace malabarismos con la pelota hasta debajo del agua", dijo. Pero no estará en Alemania. De hecho nunca ha sido internacional absoluto.
Pero en el Calderón ya se frotan las manos. Puede que inventen una bandera como la que sigue a todas partes a este juvenil: "Agüero y diez más".
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