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Reportaje:

Ahogados en un mar de polvo

Comerciantes del centro malagueño se movilizan contra unas obras

Fernando J. Pérez

La voz de Maite Aguilar tiene un fondo de violín desafinado. La dueña de Calzados Aguilar, un comercio tradicional del centro histórico de Málaga, apenas puede hablar sin que bajo sus palabras se perciba un chirrido que denota que sus cuerdas vocales no funcionan correctamente. "El polvo de la demolición me ha hecho enfermar y me produce asfixia", asegura. Su establecimiento se ubica en la calle Pozos Dulces, justo al lado del Palacio de Villalón, un caserón del siglo XVI en el que el Ayuntamiento plantea instalar el futuro Museo de Historia de la ciudad. Los trabajos de derribo del interior del edificio para su futuro acondicionamiento, realizados sin las más elementales medidas de seguridad, han causado problemas de salud a Maite y perjuicios a los comerciantes de esa zona de la capital malagueña, que han pedido la paralización de las obras.

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En realidad, el Ayuntamiento, promotor de las obras, ha parado ya hasta en cuatro ocasiones los trabajos, realizados por la empresa Corsan-Corviam. La detención más larga duró desde el 6 de febrero al 17 de marzo, tras una denuncia de la Policía Local por infracción urbanística. Esta paralización se produjo cinco días después de que un viandante denunciara que le cayó un cascote del edificio en la cabeza mientras paseaba. El golpe del trozo de piedra, desprendido de un balcón que no estaba protegido por lonas, le hizo perder el conocimiento y tuvo que ser trasladado a un hospital.

La empresa se quejó entonces a la Gerencia de Urbanismo del "hostigamiento de los comerciantes" y aseguró que "viene cumpliendo con lo dispuesto en el proyecto de demolición", que cuenta con un presupuesto de 220.286 euros, de los cuales 3.052 corresponden al capítulo de seguridad y salud. Entre las normas básicas de seguridad se habla de "orden y limpieza" y del riego con agua. "Los obreros no usan agua para no levantar polvo, y la poca que usan lo hacen para disimular cuando llega la policía y en cuanto se van generan más polvo que antes, como si fuera una represalia", se queja la dueña de la zapatería, que desde que se iniciaron los trabajos ha acudido al hospital en varias ocasiones por problemas respiratorios y crisis de ansiedad.

Maite se ha movilizado para que las obras, iniciadas en octubre de 2005, no sigan su curso mientras no se pongan las medidas de seguridad necesarias. La comerciante ha acudido al Defensor del Ciudadano de la Diputación de Málaga, que tras visitar el lugar pidió explicaciones al Consistorio y a la constructora y dio parte al Defensor del Pueblo Andaluz. Además, ha presentado decenas de escritos en el registro de entrada del Ayuntamiento para denunciar la situación que padece y ha puesto el caso en manos de la Fiscalía de Málaga.

El concejal del grupo socialista Sergio Brenes señala que para la extracción de los 1.244 metros cúbicos de escombros de la demolición, ya prácticamente terminada, se ha puesto "en serio peligro a los que transitan por estas calles y a los operarios que la llevan a cabo". Maite Aguilar, que denunció ante la inspección de Trabajo la situación, asegura haber recibido amenazas por parte de los propios trabajadores. La afectada ha contado a la Policía que los obreros supuestamente le han dicho lindezas tales como "vas a tragar tanto polvo que te vas a asfixiar" o "como te pille por ahí te vas a enterar". Los comerciantes de la zona de Los Mártires y calle San Telmo se quejaron también de que los obreros usaban, para retirar los escombros, "una máquina mayor de lo permitido", que "llenaba las calles de monóxido de carbono", lo que provocó que algunos "tuvieran que salir de los locales por no poder respirar, llegando incluso a vomitar".

El impacto de las obras ha cambiado la vida de Maite, de 44 años. "He tenido que dejar el aerobic, si subo un tramo de escaleras me ahogo, cuando subo cuestas me falta el aire y tengo un dolor continuo en el pecho", relata. Los estragos no sólo han sido físicos. "Con el polvo se me estropeó la mercancía de la temporada de invierno y la de primavera. Mi tienda es todo polvo", asegura la dueña de la zapatería, que ha tenido que pedir un crédito para hacer frente a las pérdidas que le ha ocasionado, y que estima en 30.000 euros. "De momento voy a llevar las cosas por la vía administrativa, pero si no dan respuesta, lo pondré en manos del juzgado, caiga quien caiga", advierte Aguilar, que regenta la tienda que fundó su padre.

De las múltiples cartas que ha escrito al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre (PP) Maite asegura que sólo ha contestado una, referente a la presencia de roedores en la zona de escombros. "En una visita que hizo con concejales a las obras, el alcalde me sugirió que tapiara la puerta y saliera por el escaparate. Es lo que me faltaba", afirma.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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