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Crónica:LA NUESTRA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El entretenimiento

Una de las objeciones que solemos recibir los que nos dedicamos a opinar sobre la programación de la televisión pública parte de la presunción de que estamos en contra, por principio, del entretenimiento, como si quisiéramos que Canal Sur, por ejemplo, fabricara únicamente una programación adusta y calvinista ante la que el espectador tuviera que sentarse con el ceño fruncido y una actitud de moralismo intransigente. Ese prejuicio responde a un maniqueísmo interesado que en realidad es una coartada para dar por pasables productos que no son entretenidos, sino sencillamente banales, aburridos e insoportables y que, casualmente, no van más allá de la repetición de formatos anodinos y, en la mayoría de los casos, añejos y rancios. Son excepcionales los programas de entretenimiento que se sitúan en un terreno no trillado ya durante décadas y que usan el humor como uno de los mejores recursos de la especie humana en su intento de situarse medio bien en este mundo (Camera café es un estupendo ejemplo). Yo creo que programar desde el presupuesto político de que el entretenimiento requiere la premisa de la lobotomía del público es tomar al público por imbécil y asumir su lobotomía como condición de necesidad de la vida en común.

El teletexto de Canal Sur dedicó nada menos que nueve páginas a publicitar un nuevo programa en antena, estrenado el domingo pasado, que se llama Sarandonga y que se presentaba como un "formato nuevo" para un entretenimiento de carácter familiar; y se insistía en que, además, es un producto creado y producido con sus medios propios por el canal autonómico. Cualquiera diría que alguien allí arriba había encontrado la piedra filosofal. La verdad es muy otra. Sarandonga consiste en una sucesión de números musicales que tienen lugar en una sala de fiestas cuyo nombre da título al programa. Y entre una y otra actuación musical hay una raquítica trama de pretensiones cómicas a cargo del jefe de la sala de fiestas, la camarera del bar, la señora mayor del guardarropa y un cubano que es el portero y el encargado de subir la temperatura; súmense a este elenco un jeta novio de la camarera que parece salido de un concurso de Canal Sur, la representante de los artistas que tienen que actuar en Sarandonga y a la que el director quiere tirarse a toda costa, la ex del director y el hijo de este y su ex, hijo que en la primera entrega tuvo que quedarse en la sala de fiesta porque su abuela, que es la que lo cuida, estaba en el bingo. El cubano es un calentón que a la señora mayor del guardarropas le gusta tanto que cuando el cubano -sin querer- la roza, ella protesta al jefe (que en ese momento se está declarando de rodillas a la representante de los artistas) por un acoso que indudablemente desea, con el único resultado de que el presunto acosador la mande a operarse las feísimas orejas que tiene. En fin.

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