Una pareja singular
Dallas, propiedad del extravagante Cuban, elimina al campeón vigente de la NBA, San Antonio, gracias a la muñeca de Nowitzki
A pocos segundos del final de una de las mejores eliminatorias que se recuerdan en la NBA, el entrenador de Dallas Mavericks, Avery Johnson, reunió a sus baloncestistas en círculo para darles un último mensaje. De repente, un personaje extraño, con vaqueros y un jersey con el logo de su equipo, asomó su cabeza en el rondo como un jugador más. Era Mark Cuban, el multimillonario propietario de la franquicia, que ha dado un nuevo significado al hecho de dirigir un equipo desde los despachos. Con Cuban planificando cada contratación, cada canje de jugadores, y presionando a los árbitros desde su blog de Internet y con Dirk Nowitzki, que engorda su leyenda partido a partido, los Mavericks noquearon a los vigentes campeones, los Spurs de San Antonio, al vencerles por 119-111 (4-3) en una serie en la que no bastaron los siete partidos en sí mismos y hubo que ir a una prórroga.
Son Cuban y Nowitzki una pareja singular. Comparten un hambre competitiva que les hace elevarse sobre los demás en sus profesiones. Nowiztki, discreto, incansable y valiente, contrasta con el extravagante Cuban, que, desde que compró la franquicia, en 2000, por 285 millones de dólares, ha pagado en multas cerca de dos millones. Sus infracciones van desde criticar a los árbitros hasta amedrentar a la Liga o saltar al parqué para enfrentarse a los colegiados cuando, en su opinión, sus decisiones han perjudicado a los suyos. Nowitzki, de 2,13 metros y con una de las mejores muñecas, ha promediado 28 puntos y 11 rebotes en estas rondas finales y se ha erigido en el rostro de su conjunto. Si Cuban hubiera sido jugador, se habría parecido más a Ron Artest que a la mismísima estrella alemana.
Durante sus años en la Universidad de Indiana, un jovencísimo Cuban se convirtió en el primer y último estudiante en abrir un bar. La policía se lo cerró a la semana siguiente por organizar un concurso de camisetas mojadas, una práctica ilegal en el Estado. Pero ello no frenó sus ansias empresariales. Todavía en la universidad, fundó una empresa de informática cuando en 1983 los ordenadores eran una rareza. En pleno boom de Internet, en el decenio de los noventa, se le ocurrió la idea de transmitir los partidos de la Universidad de Indiana a través de la red. Su invento, broadcast.com, comenzó a crecer hasta que lo compró Yahoo por 2.000 millones de dólares. Cuando más de uno se habría retirado con una cuenta bancaria llena de ceros, Cuban se lanzó a otro negocio por entonces desconocido: la televisión digital.
Cuban, el visionario, ha destinado todos sus esfuerzos a su nuevo juguete, Dallas Mavericks. Se ha convertido en el propietario total, ya sea tomando excelentes decisiones deportivas o poniéndose en el lugar del hincha para hacer del American Airlines Center una experiencia única en la NBA.
Los tejanos presumen de que todo es más grande en su Estado. Cuban y Nowitzki les han dado una razón más para creer que, en efecto, es así.
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