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Fútbol | El Barcelona conquista su segunda Copa de Europa

"Gracias, mi copa ya pesaba mucho"

Alexanko y la mayor parte de sus compañeros del 'dream team' celebran el éxito en París

Mister, la copa la coge Talín, ¿no?", le preguntó Andoni Zubizarreta a Johan Cruyff, entre una telaraña de abrazos, sobre el césped de Wembley el 20 de mayo de 1992. El Barça acababa de ganar la primera Copa de Europa y Zubi, que había llevado el brazalete en el partido, sabía que la jerarquía era la jerarquía, aunque el capitán hubiera empezado en el banquillo. José Ramón Alexanko subió el primero los 39 escalones del viejo estadio de Wembley y levantó la que hasta anoche era la única Copa de Europa que jamás había levantado un jugador azulgrana. Ayer, en las gradas del Stade de France, el que fuera central suspiró aliviado y al término del partido, el ahora responsable de la cantera azulgrana, le dio las gracias a los herederos del Dream Team: "Menos mal. Después de tanto tiempo, ya me pesaba demasiado ser el único en haber levantado ese trofeo", confesó entre risas el vasco.

Guardiola se pasó la víspera de tertulia: "¡Iniesta! Con Iniesta todo tiene sentido"

A su lado, como siempre -como el día que leyó el manifiesto del Hesperia contra Núñez, como aquella noche en Londres, como tantas veces-, anoche volvió a estar Zubizarreta. Feliz como pocas veces, feliz por muchas cosas. Le sobraban razones para estarlo al hombre que Gaspart despidió en un autocar volviendo de Atenas, adonde vuelve la Copa de Europa la próxima temporada. Por cierto, al ex presidente también se le vio por el estadio. Contento estaba Zubi por la victoria casi tanto como por las paradas de Víctor Valdés, que se ha pasado la semana señalándole como su referente. Y Zubi estaba entusiasmado por haber disfrutado de la victoria del Barça junto a su hijo Markel, que también estuvo en Wembley, pero dentro de Anne todavía, embarazada de seis meses. Markel, hoy portero del Danok bilbaíno, ilustró la contraportada de La última parada, la biografía de Zubi, editada en 1998, justo el libro que se está leyendo ahora Víctor Valdés. "Ha estado enorme. Sus dos paradas a Henry al comienzo del partido han permitido al Barça darle la vuelta al partido", dijo Andoni.

El tercero en tocar el trofeo ganado en Wembley fue Pep Guardiola, entonces un crío, hoy casi calvo. Pep llegó a París el lunes. Desde entonces: tertulias futboleras con los amigos por las noches y museos con su mujer por las mañanas. El 4 empezó muy pronto a insistir en su monotema: "¡Iniesta!, Con Iniesta todo tiene sentido". Y sus contertulios: "Que sí, Pep, que sí, que Iniesta es muy bueno". Hasta que salió Iniesta y, como reconoció Txiki Begiristaín, uno de los principales gestores del éxito azulgrana desde su cargo de director deportivo, "machacó a golpe de pase vertical al Arsenal". "Brutal Andresito y brutal Larsson", confesó eufórico el de Olaberría, al que Johan Cruyff sentó en el banquillo en Wembley.

Hubo cena de celebración en París, prevista pasara lo que pasara, en la que se hermanaron los dos equipos campeones, con Cruyff y Rijkaard a la cabeza. Incluso estuvo Charly Rexach, que como Michael Laudrup, hizo de comentarista de televisión de la final parisina. El danés reconoció que el árbitro noruego deslució el partido con la expulsión de Lehmann -"más bien, pon que ha sido un partidazo"-, insistía a su lado Salinas. Laudrup añadió: "Lo mejor de todo es que me voy a reír mucho de Jansen, mi ayudante en el Brondby, que es del Arsenal". Nadal, Salinas y Ferrer también lo vieron con los cascos puestos. Sólo Eusebio lo gozó a pie de campo. De hecho, de aquella plantilla sólo faltaron Wistchge, Stoichkov, Bakero y Koeman, el héroe del 1992, que lo celebró viéndolo por la tele desde Portugal, desde el Algarve.

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