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Crónica:Fútbol | 37ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

La Real sigue siendo el cuarto equipo más antiguo de Primera

Las últimas jornadas de cualquier liga se definen por la emoción en los marcadores simultáneos de los distintos partidos. Todos contra todos, como ocurría ayer en Anoeta. Lo malo es cuando los otros partidos, los que el espectador no ve, determinan que el resultado es apropiado y no conviene arriesgar nada. Así Anoeta vivió distintas pulsiones de ánimo. La Real se salvó, primero porque ganaba 2-0, gracias a dos regalos: uno del influenciable árbitro Fernández Borbalán y otro del lastimoso lateral Diego Placente. Después, porque cuando el Celta le remontó, casi sin querer, con otro regalo de Fernández Borbalán y una pizarra en el contragolpe (bien es verdad que Baiano había fallado otro gol impropio de su clase), resulta que el resto de equipos se hundieron y las derrotas delÁlavés y del Cádiz le ponían a la Real en bandeja la permanencia.

REAL SOCIEDAD 2 - CELTA 2

Real Sociedad: Alberto; Rekarte, Brechet, Ansotegi, Garrido; Viáfara (Stevanovic, m. 59) Novo; Xabi Prieto (Nikat, m. 87), Mikel Alonso, Mark González; y Skoubo (Labaka, m. 76).

Celta: Pinto; Ángel, Contreras, Lequi, Placente; Oubiña; Jonathan, Jorge (Roberto, m. 59), Cannobio, De Ridder (Núñez, m. 62); y Baiano (Sánchez, m. 79)

Goles: 1-0. M. 7. Penalti de Ángel a Mark González que transforma Prieto. 2-0. M. 37. Error de Placente que aprovecha Skoubo. 2-1. M. 45 (+3). Penalti a Baiano que transforma el brasileño. 2-2. M. 56. Baiano culmina un contragolpe.

Árbitro: Fernández Borbalán. Expulsó a Perera (en el banquillo), por protestar el penalti y amonestó a Garrido, Mikel Alonso, Skoubo y Jonathan.

25.993 espectadores en Anoeta.

Por eso Bakero quitó al delantero centro y sacó otro central (Labaka), y la Real defendía con 11 en su área y no llegaba a la portería de Pinto ni por asomo, empeñada en controlar el balón y ver correr el tiempo. Al Celta también le parecía bien la situación. Seguía con opciones europeas, abandonando la idea de la Champions hasta que fue el Racing y dio la vuelta. Y el Celta echó a correr, pero tenía el pulsómtero parado.

Se entendía que la Real, a raíz del penalti a Mark González, tan dudoso como exagerado en las formas, jugase con el reloj en la muñeca y el miedo en el cuerpo. Se entendía peor la falta de energía del Celta que aspiraba a cotas mayores y exhibía, sin embargo, una endeblez defensiva que no se sabía si tenía más que ver con la actitud o con las cualidades de sus jugadores. En dos despistes, la Real consiguió dos goles y tuvo el partido soñado. Incluso pudo hacer más a poco que hubiera afinado la puntería, mientras el Celta parecía un equipo resignado a no disputar nada. El gol de Baiano, en la prolongación de la primera mitad, en otro penalti tan infinitamente dudoso como el primero, le metió en el partido.

Y luego el juego del videomarcador hizo el resto. Que si ahora, sí, que si ahora, no. Y cuando era que sí, el Celta estaba que no y el partido se murió con la Real defendiendo con todo en su área y celebrando que sigue siendo el cuarto equipo más antiguo de Primera División.

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