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China confirma un crecimiento del 10,2% y espera haber tocado techo

El superávit comercial crece el 40,6% en el primer trimestre

Ni demasiado lento, ni demasiado rápido. Bajo esta premisa gestionan los líderes chinos el desarrollo de su economía, que ha crecido un 10,2% (438.000 millones de euros) en el primer trimestre. La cifra de ascenso de la economía coincide con la adelantada el pasado domingo por el presidente chino, Hu Jintao, y, aunque según Estadística está dentro de lo admisible, es fuente potencial de riesgos. "Es básicamente normal, pero está en el borde del límite superior y necesitamos tomar nota", dijo su portavoz.

Zheng Jingping, portavoz del organismo estatal de estadísticas, aseguró que la tasa de incremento del PIB es "relativamente alta" y advirtió sobre los riesgos de una inversión en activos fijos que crece al ritmo del 27%.

El portavoz gubernamental hizo hincapié en el alto ritmo de incremento de las inversiones -responsables, junto a las exportaciones, de la fuerte actividad económica- y de los créditos bancarios. Las inversiones urbanas en activos fijos han subido un 29,8% respecto a los tres primeros meses de 2005, a pesar de que el objetivo del Gobierno para todo 2006 es del 18%.

Pekín tiene que hacer frente, por un lado, a la necesidad de mantener el acelerado crecimiento para continuar el proceso de transformación del país, absorber los millones de parados generados por la reestructuración de las empresas públicas y resolver el problema de la pobreza en las zonas rurales, y, por otro, a la necesidad de poner freno a algunos sectores como el acero, el inmobiliario o el automóvil, que han dado claros signos de recalentamiento.

El Gobierno ha advertido sobre los problemas generados por un exceso de proyectos en fábricas, complejos residenciales y otros sectores, que son financiados gracias a la generosidad de unos bancos que acumulan abultadas carteras de préstamos irrecuperables. Pekín exigió la semana pasada más rigidez a las entidades financieras a la hora de prestar dinero. Y Zheng Jingping lo volvió a recordar ayer. "Necesitamos controlar la disponibilidad de créditos", dijo.

La economía china ascendió un 9,9% el año pasado y se convirtió en la cuarta del mundo. El Gobierno se ha fijado como objetivo para este año una subida del 8%. Pekín da tradicionalmente una previsión, que en los últimos años siempre se ha visto ampliamente superada.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) elevó el pasado miércoles su estimación de aumento del PIB chino para 2006 del 8,2% al 9,5%, debido al alza de las exportaciones y de la inversión. Pero el organismo financiero advirtió sobre los riesgos que presenta a largo plazo la composición de los factores que impulsan la actividad de la potencia asiática.

"Lo que produce un alto crecimiento a corto plazo podría conducir a dificultades a medio plazo. Podría significar demasiadas inversiones en lugares erróneos, exceso de capacidad en determinados sectores, y créditos impagados para el sistema bancario", afirmó David Burton, director para la región Asia Pacífico del FMI, informa Bloomberg.

Pekín es consciente de esta situación, de su dependencia del exterior, y pretende impulsar el consumo privado como motor alternativo de desarrollo; algo difícil en un país cuya población se ve obligada a ahorrar, al carecer de cobertura sanitaria y de jubilación.

El Gobierno, mientras tanto, está controlando la inflación. El índice de precios al consumo ha ascendido un 1,2% en el primer trimestre, cuando en el conjunto de 2005 fue del 1,8%. La producción industrial ha aumentado un 16,7%.

Cambio de modelo

El Ministerio de Comercio anunció ayer también que el superávit comercial a finales de marzo ascendió a 23.200 millones de dólares, frente a 16.500 millones en el mismo periodo del año pasado. En el conjunto de 2005, el superávit se triplicó frente a 2004, hasta una cifra récord de 102.000 millones de dólares.

La Organización Mundial de Comercio (OMC) ha hecho público esta semana un informe sobre la actividad comercial china en el que asegura que Pekín debe cambiar en parte su modelo de economía orientada a la exportación y dar más prioridad a los servicios.

La OMC saluda el progreso experimentado por el país y la forma en que ha sacado a cientos de millones de personas de la pobreza, pero critica la gran brecha social generada en el camino. El estudio reconoce que las barreras al comercio y a la inversión han disminuido considerablemente, pero afirma que el Gobierno todavía interviene y "gestiona" los flujos comerciales. La OMC urge también a Pekín a eliminar el control que ejerce sobre su moneda como método para incrementar la eficiencia económica.

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