El Betis logra algo de sosiego

Un partido nada más que regular y tres puntos espléndidos para el Betis. El Racing llegó despistado, el árbitro le mareó aún más durante el partido y nunca parecieron tener muy claro cómo enfocar el partido. Los cántabros llegaban a lo que cayera y el Betis... era el Betis: lo mismo le podía salir una lección de fútbol como la que le dio al Anderlecht en la Liga de Campeones que cualquier barbaridad. Pero, aún así, a la tremenda, sin confianza en lo que hace o podrá llegar a hacer, fue bastante más equipo que el Racing. Por eso se adelantó en el marcador, por eso hizo suyo el partido, por eso ganó.

El Racing se ha ganado la fama de jugar mejor fuera que en su casa. Y venía de ganar al Valencia en El Sardinero. Se plantó más que decentemente sobre el césped, pero no supo desarrollar un juego que estuviera a la altura de su reputación o apariencia. Simplemente no dio sensación de conjunto.

Damiá, Melo Antoñito, cada cual trabajó a su manera y sin que pareciera que les uniera plan o esquema alguno. Antoñito -cedido por el Sevilla y, por lo tanto, archienemigo de los verdiblancos- libraba su personal e intransferible batalla contra el Betis. Salió de titular y pasado de revoluciones. En el minuto 17, el delantero sevillano falló un remate claro tras recibir un magnífico pase desde la izquierda. Quería hacerlo tan estético, quería meter tal golazo, que no llegó a hacer lo que parecía más fácil y que habría sido mejor para su equipo. De hecho, fue la única oportunidad de la que dispuso el conjunto cántabro. Pocos minutos después, al Racing se le lesionó Cristian y el árbitro expulsó a Pinillos por una dura entrada a Joaquín, pero que no merecía el cadalso.

Llorenç Serra Ferrer colocó a Joaquín por la izquierda y allí encontró petróleo. Además, Edu volvió a ser algo más parecido a lo que fue el pasado curso. El brasileño percutía desde la media y sus llegadas al área siempre llevaron peligro. En una de esas llegadas, Edu llevó hasta la red un pase de Dani desde la izquierda, que le había robado la cartera a Damiá y Oriol con pasmosa facilidad.

Tras la expulsión de Pinillos, el partido no fue el mismo. Nunca fue bueno, pero sí que pareció siempre más cerca del Betis que de los racinguistas. Joaquín trabajó y trabajó de nuevo, aunque sigue sin parecerse al jugador que fue. La segunda mitad fue bastante similar: intención la justa y pobre desarrollo del juego. El resultado premió al conjunto que mejor entendió lo que se jugaba y que tuvo más sabiduría para lograrlo.