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Necrológica:NECROLÓGICAS
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Adolfo Rincón de Arellano, ex alcalde de Valencia

Gobernó la ciudad desde 1958 hasta 1969

¡Hola, alcalde! Acompañamos, ambos, la memoria de Torres Maeso, la sobria despedida del alcalde Cano en la estridente iglesia de Xàbia. El silencio y el olvido de los hechos y de los compromisos fueron, son, los colegas, si así puede decirse.

Te vi siempre igual, en las calles de la ciudad, la nuestra. En Colón, en Conde de Salvatierra, atento y circunspecto. Igual a ti mismo.

Discrepamos. Y tanto. En mi pueblo de origen, en Nàquera, tienen una "travesía" Rincón de Arellano. Suerte la tuya; de mí al parecer reniegan origen y tan fugaz reconocimiento.

Fuiste siempre igual, convencido de un destino que fue injusto para los más, incluido tu progenitor. Y a la vez, soberbio en el mejor sentido del término para enfrentar los retos de una modernidad ciudadana que se te escapaba.

Algo de pasado, o un mucho. Las guerras de siempre, y la vieja guadaña que, dicen, siega cualquier cabeza emergente. Hoy, ayer y un poco mañana, plañideras y corifeos, lamentaran tu destino final, inevitable. El nuestro, el de todos los seres humanos.

Desde la discrepancia, no les haremos caso. Y, además, puede que les despreciemos: lamentos de hoy, jeremiadas de siempre, y un desdén cierto les daremos a modo de propina.

Enjuicié tus decisiones; me opuse a las más, y cuando tuve oportunidad de legítima representación de la ciudadanía, las rechacé con el concurso de los poderes legítimos de la democracia. Y, alcalde, creo que lo entendiste, aunque dudo que alcanzaras a compartirlo. Da lo mismo. El respeto a la institución, al Ayuntamiento, sí fue compromiso que conozco. Lo es, ahora mismo, en que el abismo de la muerte no nos permitirá compartir desde la diferencia. Así, el ser condiscípulos del instituto Luis Vives, y la suerte más entrañable, la de haber sido alcaldes de nuestra ciudad. Como haber compartido la misma discrepancia con José Blasco Such, mi suegro, profesor de latín en el mismo instituto, y alcalde de Sagunto, en tu hégira y la de los tuyos; y sin embargo amigo, y bondadoso frente a los oprobios que se le han pretendido achacar con la ignorancia de los tiempos y el olvido de la memoria, las cobardías de ayer mismo, a que estamos acostumbrados.

Te he conocido siempre igual, fiel a las convicciones, equivocadas para mí, erróneas para el destino de nuestros conciudadanos. Obstinado en un modelo que, acaso de apariencia oportuno en su tiempo, fue equivocado en sus consecuencias. Al menos lo defendiste; tus sucesores, no. Por eso, desde la obstinación que, me permito, sostuve, coincidimos. En mi caso, del otro lado. Y no lo lamento. Como pudimos sostener, apenas hace unas semanas, en el mismo claustro de nuestra universidad, la de Valencia, al amparo de Luis Vives.

¡Hola, alcalde! Hasta siempre. La ciudad, como quería Kavafis, va con nosotros, para bien y para mal. Y, en todo caso, los bárbaros no estaban a la puerta, viven entre nosotros. Te encontrarás con tu padre y el mío, los condenados por auxilio a la rebelión. Sus hijos tuvimos la fortuna de ser rebeldes, con ventaja tuya, y ambos alcaldes de esta ciudad hermosa, diligente, emprendedora, y acaso única. La nuestra. ¡Adiós, alcalde!

Ricard Pérez Casado es doctor en Historia y fue alcalde socialista de Valencia desde 1979 a 1988.

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