Ronaldinho: "El equipo tiene que estar más compacto"
El Camp Nou redescubrió esas sensaciones embelesantes que transmite Ronaldinho, que regresaba después de quedarse sancionado en la grada los dos últimos partidos. Volvió la mejor versión del diez azulgrana: regateó en un metro cuadrado y en largo; dio pases a lo Laudrup -mirando al tendido-, al primer toque y en profundidad; hizo filigranas e hizo jugar a sus compañeros; y marcó un tanto, su decimosegundo en la Liga. Participó, además, en todos los goles del Barça. "Tenía muchas ganas de volver a jugar", comentó después el brasileño, que consideró el resultado "importante para medirse al Chelsea, por la alegría y la confianza que genera en la afición con nosotros". Aunque también hizo una pequeña radiografía crítica de su equipo: "El equipo tiene que saber estar más compacto y no descuidar la espalda. Pero es nuestra forma de jugar. Hay que prestar atención, pero más importante es marcar goles".
A Víctor Valdés, el portero del Barça, no le tembló el pulso. Quizá un poco la geometría a la hora de poner la barrera. A Toni Doblas, el del Betis, le falló todo. El azulgrana, aunque encajó un tanto, volvió a demostrar sus credenciales para levantar por segundo año consecutivo el trofeo Zamora. A Doblas le endosaron cinco tantos, variopintos todos ellos y ya ha recogido en la Liga 37 veces el cuero de las redes.
La semana anterior, Valdés cometió un fallo garrafal ante el delantero del Valencia David Villa, a quien ya regaló un tanto en el partido de la primera vuelta. Su equivocación, anoche, le podía pasar factura porque estaba expuesto a ese maldito efecto mantequilla que sufren los cancerberos en las manos después de fallar de forma estrepitosa en el encuentro anterior. Pero no fue así. Pudo ayudarle que la grada del Camp Nou le redimiera en su primera intervención, le ovacionara cuando tocó un balón que le llegó manso e inocente a las guantes. O pudo inspirarse en sus siempre descarados y atrevidos ídolos: Kahn (Bayern) y Cañizares (Valencia). O nada de eso, sino que, símplemente, se olvidó del gafe Villa. Así, en la primera mitad, Valdés sacó con brillantez un mano a mano a Tardelli. Siguió inspirado poco después cuando hizo lo propio, en dos ocasiones, con el menudo ariete Dani. Y prosiguió con su actuación al desbaratar una ocasión de Arzu. En el área de enfrente ocurría justo lo contrario.
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