Michael Haneke sitúa el 'Don Giovanni' de Mozart entre rascacielos

El cineasta Michael Haneke ha debutado como director de ópera en París dirigiendo un Don Giovanni de Mozart actualizado y sin elementos fantásticos. Actualizado porque la acción transcurre hoy, en pleno siglo XXI, en el decorado único de un vestíbulo que da acceso a los despachos de una sociedad dedicada a no se sabe qué negocios. Y ese vestíbulo está en un piso indeterminado de un rascacielos pues por sus grandes ventanales vemos otros gigantes de acero y cristal.

El seductor, encarnado por el sueco Peter Mattei -excelente- no sólo abusa de todas las mujeres sino también de su posición social. Los trabajadores de la limpieza, que acaban tirando a Don Juan por la ventana, vienen de Eurodisney y en varios momentos llevan máscaras de Mickey Mouse. El comendador muerto que arrastra a Don Juan a los infiernos es aquí un cadáver con voz pregrabada y amplificada. Y es a doña Ana -Christine Schäfer- a quien le corresponde el privilegio de apuñalar al célebre burlador.

Si la mecánica de la trama, sus situaciones de enredo y equívocos resisten perfectamente el traslado de época, las convenciones morales y sociales vigentes hace casi 300 años no siempre se adaptan al comportamiento moderno de los personajes de Haneke.

El director de escena quiere también poner un cierto énfasis en la dimensión social de la obra y la representación se acaba con el personal de la limpieza del rascacielos desafiando al público y dando por liquidado el mundo del derecho de pernada.

El Don Giovanni dirigido por Michael Haneke se representará en el Palais Garnier, de la Ópera de París, hasta el próximo día 25. El director musical es Sylvain Cambreling y completan el reparto Mireille Delunsch, Karine Deshayes, Oren Gradus, Robert Lloyd, Shawn Mathey y Luca Pisaroni.