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Análisis:A LA PARRILLA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Locura mecánica

Jesús Quintero es un recopilatorio de sí mismo. Como los artistas consagrados, sabe que el público le exige grandes éxitos y que cada vez que se salga del repertorio le pedirán lo de siempre. El loco de la colina (TVE-1) es lo de siempre pero sigue vigente, sobre todo cuando dialoga con los más vulnerables (una guineana apaleada, una gitana a la que no dejan torear) o cuando patrocina cuidadas mezclas musicales. Como buen artista consagrado, sabe que no tiene ni la voz ni la energía de antes, y administra sus recursos, aunque eso implique recurrir a trucos mecanizados que le embelesan tanto a él como a sus invitados, que ya saben a lo que van. Los planos se suceden, cada vez más cortos, presentando cada entrevista en un envoltorio de regalo, a veces con más envoltorio que regalo, y risas autoparódicas, incluida la de Risitas.

Radio poética disfrazada de televisión, la colina se inauguró con un oxigenado Alejandro Sanz. Una noche, Quintero trajo a Jorge Luis Borges a la radio y le preguntó: "¿Cree en el juicio final?". Borges respondió: "Lo hermoso es creer que cada instante ocurre el juicio final". Sanz no es Borges pero se desenvolvió con la soltura intimista que tan bien le sienta a algunas de sus canciones a una hora en la que el juicio final es un audímetro. Pero así como con Borges Quintero era discípulo, ahora es maestro, y su lirismo de predicador y su misticismo libertino suenan más impostados que cuando sólo lo escuchabas. Otra diferencia entre la colina radiofónica y la televisiva: el ritmo. Ahora apuesta por diálogos breves y menos envolventes con los que esculpe una atmósfera acumulativa, montaraz, desestresante y algo reiterativa. Después de pasar dos horas con Quintero veo indicios de locura en todos los programas. En Ruedo ibérico (Antena 3), el ministro de Justicia, López Aguilar, desplegó un discurso idealista y defendió, con coraje quijotesco, reformas en un mundo, el de la judicatura, que tiende a la petrificación. López Aguilar parecía regresar, con las pilas cargadas, de una estancia en la estimulante colina del loco.

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