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Reportaje:FÚTBOL | Copa del Rey

Diego, el discípulo de Iker

El suplente de Casillas emerge en la Copa, en la que se ha mostrado muy seguro

Diego Torres

No hay ningún club en los octavos de final de la Liga de Campeones que cuente en su primera plantilla con un caso como el de Casillas y Diego López, dos guardianes de tan sólo 24 años. Casillas nació en 1981 y ha ganado dos Copas de Europa. Diego López también nació en 1981. Es el suplente de Casillas. Pero el día de los partidos de Copa asume la guardia de la portería con la naturalidad con que un operario ensambla las piezas que le ha preparado el anterior en una línea de montaje. Hoy será el titular en Heliópolis y su ídolo lo estará mirando desde el banquillo. Como dice Diego: "Mi referencia es Iker. No hago más que seguir su ejemplo".

Casillas no es de los porteros más espigados (1,85). Es de complexión poliédrica, tren inferior poderoso y cara de niño imberbe. Diego López es un largo. Mide 1,98 y la barba de dos días le suele dar un aire de Robinson Crusoe. A primera vista parece el veterano. Pero es el discípulo. "Lo que ha conseguido a su edad Iker es impresionante", dice. "El año que yo vine del Lugo, en 2001, él había conseguido la Copa de Europa".

Los dos porteros son técnicamente muy distintos. Pero comparten lo esencial: se criaron bajo la tutela de Manuel Amiero, el patriarca de la generación de guardametas más prolífica de la historia del Madrid. "Lo bueno es que en este caso", dice Amiero; "el modelo está muy a mano. Para Diego, Iker no es una figura inalcanzable. Es alguien de su misma edad que está a su lado y en su misma sintonía".

Entrenador de raza, de los que ponderan a sus jugadores cada mañana usando el rabillo del ojo, Amiero trabajó en el Madrid haciendo de cada jornada un viaje al límite. Durante años, su labor con todas las categorías fue una búsqueda de las fronteras de cada jugador. Muchos creyeron romperse por el camino. Algunos lloraron de impotencia. Y cuando se derrumbaron tuvieron a Amiero para sostenerlos un poco. Esto es lo que le pasó a Diego López en su carrera desde que llegó ya maduro, con 18 años, procedente del Lugo. "Nadie apostaba por él", recuerda Amiero. Primero, en la temporada 2001-02 fue cedido al Alcorcón. Luego, el Madrid B, dirigido por López Caro, optó por otros guardametas.

"Diego pasó por momentos difíciles", dice el entrenador, "estuvo muy decaído. El año de Queiroz (2003-2004), después de los entrenamientos, cuando se marchaba todo el mundo, él se quedaba trabajando solo distintas facetas, sobre todo el juego de pies. Iker ha pasado por pocas situaciones adversas como esa. Diego las superó".

Diego López debió trabajar con mucha constancia para pulir mecanismos que a los 18 años trajo muy incorporados desde su pueblo, Paradela. Respecto a los niños que se entrenan en la cantera desde los 10 años partió con desventaja. La envergadura tampoco le allanó el camino, sino todo lo contrario. No se hizo con un puesto de titular en el Madrid B hasta el último momento de la temporada pasada: la final de la liguilla del ascenso con el Conquense. En esos partidos su figura se agrandó. Cuando su defensa se venció, salvó un par de manos a mano que levantaron al Bernabéu y dejaron la sensación de que el ascenso habría sido imposible sin su actuación. Se portó con la misma templanza que exhibe cada vez que juega desde entonces. El mismo elegante domino del juego aéreo, el mismo golpeo natural. Y, sobre todo, y en esto coinciden, la misma capacidad competitiva que muestra el que esta noche lo verá desde el banquillo. Su ídolo. Su colega Casillas.

También lo verá en directo Cassano, convocado por segunda vez.

Diego López, en un partido con el Madrid.
Diego López, en un partido con el Madrid.CRITÓBAL MANUEL

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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