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Tres españoles en la estela de Béjart

Ruth Miró, Elisabet Ros y Víctor Jiménez cuentan su experiencia en el Ballet de Lausana

En las colinas nevadas que dominan la ciudad suiza de Lausana, la calle del Presbiterio conduce a un inmenso chalet azul. El edificio es la sede de la compañía de Maurice Béjart (Marsella, 1927), el Béjart Ballet Lausanne (BBL), que acaba de estrenar en esta ciudad Suiza su nuevo montaje sobre Zaratustra: Zaratustra: el canto de la danza. Entre los bailarines estrella de esta última creación del legendario creador marsellés hay tres españoles. Ruth Miró (Zaragoza, 1976), Elisabet Ros (Barcelona, 1969) y Víctor Jiménez (Madrid, 1970), que hablan de su trabajo durante uno de los descansos de las agotadoras sesiones de ensayo dirigidas por el coreógrafo español Víctor Ullate, ex bailarín del Ballet Béjart y ahora maestro invitado del BBL.

Para Víctor Ullate, la obra de Béjart no es sólo danza. "Es teatro, es color, es música. Es el espectáculo total"
"Es el último de los auténticos genios del siglo XX que sigue en activo", afirma Víctor Jiménez

¿Cuál es el camino que ha llevado a estos tres bailarines desde España al Béjart Ballet? "La casualidad", comenta risueña Elisabet Ros. El azar parece ser igualmente la vía que trajo hasta Lausana a Víctor Jiménez y a su compañera Ruth Miró, aunque Jiménez agrega que "buscaba salir de Madrid tras 12 años con Ullate". Tanto Jiménez como Miró son producto de la escuela de Víctor Ullate, en cuya compañía llegaron a ser primeros bailarines.

Formar parte de la compañía de Maurice Béjart representa una cumbre para ellos. Ruth Miró afirma: "Como bailarina y como persona, Béjart me aporta muchísimo". La barcelonesa Ros, formada por Pastora Martos y en el Instituto del Teatro de la capital catalana, se muestra de acuerdo y agrega: "Béjart da la libertad para que puedas poner mucho de ti. No eres sólo un ejecutante, sino que, ante todo, eres un intérprete". La opinión es unánime, aunque Jiménez aclara que "es un béjartiano desde siempre. Desde el primer día que vi un vídeo de Béjart, a los 16 años".

Sobre la situación de la danza en España, Elisabet Ros opina que "lamentablemente, no hay suficiente trabajo para todos. Lo que consigues aquí, en Suiza, no lo puedes conseguir allí". Jiménez se muestra de acuerdo y añade que respeta "muchísimo a todos los que se dedican a este trabajo", pero piensa que "en España no siempre se hace lo justo y lo correcto". Ros señala: "Bailaba en el Ballet de Zaragoza, que ya no existe. Si me hubiera quedado en España, ahora estaría apuntada al paro. En España hay dinero, pero se prefiere invertir en otras cosas. Lo que hace falta es dar más valor a la danza", pero añade que "eso no sólo pasa en España, sino también en Francia, Alemania o Inglaterra".

Las condiciones de trabajo al lado de Maurice Béjart parecen acercarse al sueño dorado de estos artistas. "Aquí estamos constantemente de gira", cuenta Ruth Miró, "casi todos los días del año estamos sobre el escenario, y eso, para un bailarín, no tiene precio. Lo que queremos los bailarines es poder bailar". Su compañero agrega: "Nos fuimos de España por algo. Allí hay demasiadas cosas que no funcionan bien". Ros añade que el secreto consiste en que "Béjart es el único coreógrafo del mundo que puede llenar un estadio de fútbol todas las noches dado que su público está compuesto de gente de todas las clases sociales y de todas las edades".

Una característica del Béjart Ballet Lausanne que llama la atención es la fuerte presencia latina. De 37 bailarines que lo integran, tres son españoles y dos argentinos, a los que se suman bailarines de México, Cuba o Brasil. Casi un tercio del BBL está formado por hispanoamericanos. ¿Hay motivos de regocijo? "Sin duda", considera Jiménez, "puede parecer un tópico, pero los latinos tienen algo especial". Para Elisabet Ros, "Béjart en el fondo es muy latino y se siente a gusto entre nosotros. De hecho, habla español perfectamente y puede mandarte al diablo sin problemas en castellano".

¿Se ven de vuelta en España estos artistas tras su experiencia suiza? "España se echa de menos", comenta con un punto de nostalgia Ros. "Me gustaría volver a vivir allí cuando sea mayor, pero trabajar, no creo", zanja. España es "un lugar para desconectar y descansar" con el que mantienen pocos contactos profesionales.

Uno de esos contactos parece ser Víctor Ullate, quien se suma por sorpresa a la charla en un respiro entre los ensayos. Se muestra satisfecho de encontrarse rodeado de sus alumnos y su orgullo es evidente cuando comenta: "Es un privilegio estar junto a estos alumnos míos". Ullate considera que la última creación de Maurice Béjart es poesía pura. "Béjart es un poeta que siente realmente lo que hace". En su opinión, El canto de la danza es una joya. "Es evidente que Béjart tiene aún mucho que decir. Su obra no es sólo danza. Es teatro, es color, es música. Es el espectáculo total".

¿Puede decirse que con El canto de la danza, Béjart cierra un ciclo y hace una especie de testamento artístico? Miró no lo cree así. En su opinión, "Béjart todavía tiene mucho que contar. Siempre que acaba un proyecto está ya pensando en el siguiente". Jiménez añade que "Béjart es el último de los auténticos genios del siglo XX que sigue en activo. Y esperamos que por muchos años". Los bailarines no se sienten capaces de explicar todo lo que el maestro ha aportado a la danza moderna. Según Miró, "se trata de emociones en estado puro", ante lo que Jiménez agrega que "sus coreografías son muy reales, muy sinceras. El público nunca se queda frío. Béjart tiene una forma de poner los elementos en escena que es universal", continúa Elisabet Ros, "todas las culturas se sienten identificadas. Esta universalidad es la que otros coreógrafos no tienen". Ullate añade: "El lujo de estar al lado de Béjart es una oportunidad que no me quiero perder".

¿Cuál será el lugar que ocupe Béjart en la historia de la danza? Víctor Jiménez remarca que "por esta compañía han pasado todos los coreógrafos actuales, y eso, quieras o no, dejará una marca". Ros dice, a modo de conclusión: "En el futuro se seguirán bailando sus coreografías. Sería trágico que toda esta obra desapareciera. Creo que la gente se seguirá inspirando en su trabajo por muchos años".

Víctor Ullate cierra la charla diciendo que desea "decir a España entera que en estos tiempos que vivimos necesitamos regenerar el espíritu". En su opinión, "el colosal trabajo de Maurice Béjart cumple esa función en una época tan dolorosa, de guerras y desastres".

Víctor Jiménez, Víctor Ullate, Elisabet Ros y Ruth Miró, de izquierda a derecha.
Víctor Jiménez, Víctor Ullate, Elisabet Ros y Ruth Miró, de izquierda a derecha.R. C. C.
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