Alta comedia
Hay en esta obra, y en su puesta en escena, lo mismo que en algunas músicas de J. S. Bach, una especie de matemática que va combinando diversos elementos sin salir del territorio que ocupa una baldosa. Aquí, la baldosa es la de los sentimientos, o, mejor dicho, la de su encuentro según caminos más o menos azarosos. El asunto va de soledad y de hipocresía, pero también de amor, o de su búsqueda, o de tenerlo y no saber a quien entregarlo.
Ignoro en qué medida Rafael Calatayud, auténtico creador de este bonito trabajo, es fiel a lo que se llama el espíritu del autor, o de su obra. Pero no importa, porque sobre todo es fiel a sí mismo en la construcción de una comedia de alto estanding que anda sobrada de elementos para resultar muy estimulante. Se nota que se encuentra muy a gusto en ese terreno tan difícil. Y eso ya desde el principio, donde el dibujo de los personajes y el inevitable entrecruzamiento de sus destinos domésticos aparece ya sugerido en las primeras escenas, por risibles que resulten los psicoanalistas aquejados de precocidad en su proyecto eyaculativo o por más adornos pintorescos que se coloquen, como capas superpuestas, sobre una terapeuta que requiere a gritos de una buena terapia, si eso fuera posible.
Terapias
De Christopher Durang, por la Pavana. Intérpretes, Marta Belenguer, Mamen García, Juli Disla, Sergio Caballero, Rafael Calatayud, Toni Agustí. Iluminación, Rafael Calatayud, José Martín Márquez. Vestuario, Rocio Cabedo. Proyecto escenográfico, Tono Herrero, Aureli Doménech. Versión, Juli Disla. Música, Albert Sanz, Mamen García. Espacio escénico y dirección, Rafael Calatayud. Teatro Talía. Valencia.
El resultado es un divertimento muy medido, plagado de homenajes a la gran comedia clásica del cine, en el que Mamen García brilla con su actuación disparatada, Rafael Calatayud hace lo que de él se espera como actor, y Marta Belenguer alardea de memorables asombros escénicos, y la verdad es que no le faltan razones para la sorpresa enloquecida, que resuelve muy a la manera de las chicas de Scott Fitzgerald de los felices veinte. Una comedia brillante en la resolución de sus claves y en la utilización de una escenografía multiusos, una reflexión remota sobre la oscuridad de las conductas en un registro irónico y divertido, un acierto en casi todos sus aspectos que recibió muchos aplausos de un público joven y ajeno al oropel de los estrenos.
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