Armas de destrucción
No conozco peores armas de destrucción masiva que la mentira, la maledicencia, la crispación y la violencia, incluida la verbal. Porque destruyen el espíritu y, en el peor de los casos, también el cuerpo. Y estas armas de destrucción masiva no hay que ir a buscarlas en Irak; las tenemos en casa.Así que, señores Aznar, Rajoy, Zaplana y Acebes, mírense los bolsillos, a ver si encuentran algo. No incluyo aquí a su vocero radiofónico, ese al que algunos medios llaman Federiquín, porque no merece nombrarle..
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