Otra vez en crisis
El Atlético ahonda ante el Alavés sus problemas y vuelve a quedarse al final sin el triunfo
Fernando Torres volvió a marcar un gol. Un acrobático tanto de espuela. Novedad, pues no lo hacía desde el pasado octubre, nueve partidos atrás. El Atlético se dejó empatar en los minutos finales. Norma habitual, asunto consuetudinario: hasta en seis ocasiones ha consentido tantos el grupo que dirige Carlos Bianchi con la campana a punto de agitarse para marcar el final del partido. Y pudo ser peor. Falcón, el portero de circunstancias, tercero en la jerarquía tras Leo Franco y Cuéllar, sacó una mano prodigiosa con el tiempo cumplido. El conjunto madrileño lleva seis jornadas consecutivas sin ganar y amenaza con una profunda crisis deportiva e institucional. Pero ésa es sólo la historia, triste para el Atlético, del tramo final. Antes hubo 80 minutos.
ATLÉTICO 1 - ALAVÉS 1
Atlético: Falcón; Valera, Pablo, Perea, Antonio López; Maxi, Luccin (Zahínos, m. 55), Gabi; Ibagaza; Fernando Torres y Kezman (Petrov, m. 75).
Alavés: Costanzo; Gaspar (Corominas, m. 42), Sarriegui, Juanito, Poli; Carpintero, Astudillo (Aloisi, m. 76); Edu Alonso, Bodipo (Jandro, m. 55), Lacen; y Nené.
Goles: 1-0. M. 66. Centro de Maxi desde la derecha que remata de cerca, acrobáticamente y de espuela Fernando Torres. 1-1. M. 80. Sarriegui se adelanta a Perea y cabecea bombeado y por el centro un pase perpendicular de Nené.
Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Nené, Gabi y Luccin.
Unos 35.000 espectadores en el Calderón.
El Alavés, su técnico oficial, Chuchi Cos, y su presidente con derecho a alinear jugadores, Dimitri Piterman, observaron muy atentos desde el autobús el impenetrable atasco de la M-30. Y, entre grúas, debieron de tener un arranque de inspiración: reproducir las miles de trampas que jalonan la carretera de circunvalación madrileña sobre el césped del Calderón. En resumen, jugar con el máximo posible de futbolistas en el área propia, defendiendo cada centímetro de hierba. Así las cosas, el cambio estratégico de Bianchi, su opción de reforzar el medio y despoblar la banda, pareció funcionar.
El Atlético tenía la pelota. Muchos centrocampistas -Maxi, Gabi, Luccin e Ibagaza, todos juntitos y revueltos- y muchos metros libres hasta el embotellamiento en las cercanías de Costanzo, que es el portero del equipo vitoriano. Los dos planes se complementaban. Ibagaza, en ésas, era el protagonista. De vez en cuando, principalmente entrando por el arcén de la izquierda, conseguía romper la barrera. Tuvo un par de ocasiones Kezman y otras dos López. Todas antes de la primera media hora y todas surgidas de la imaginación del pequeño argentino, que en esos minutos parecía la respuesta a todas las plegarias de la grada.
El Alavés no hacía casi nada. Pero lo poco que hizo fue lo más peligroso del primer periodo. Bodipo se quedó solo en el minuto 25, elevó la pelota sobre la salida de Falcón y Perea, en la línea de gol y de tijera, sacó el balón. Hubo más. La pelota le llegó a Edu Alonso, que a portería vacía cruzó en exceso. Un síntoma.
Bianchi, poco propenso a mover el banquillo si no es por una circunstancia concreta -lesión, perder tiempo...- sacó a Kezman del campo e introdujo a Petrov. El búlgaro siempre había sido titular en el Calderón. Quedaba algo más de un cuarto de hora de partido y los rojiblancos ya ganaban por un gol. Petrov destruyó el macizo dibujo del Atlético, pero no aportó la profundidad que se le supone.
Poco a poco el Alavés se estiró. Un par de disparos desde la frontal avisaron a Falcón de que debía ir calentando. Que empezaba el asalto final y que eso, en el equipo madrileño, implica sudores fríos. Un pase perpendicular de Nené, al saque de una falta, le sirvió a Sarriegui para explotar el fatalismo de su rival. El central del Alavés se adelantó a Perea.
Nuevo partido. Nervios en el Atlético. Nervios en su grada, bastante moderada con las desgracias de su equipo hasta el batacazo final. Esos minutos mostraron la fragilidad mental del equipo del Manzanares, la falta de sintonía entre el plantel y su técnico, la falta de confianza en sí mismos.
En el balance final no sólo empataron los dos equipos a un gol. También hicieron tablas en el parte de bajas. Gaspar y Luccin dejaron el campo lesionados.
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