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Reportaje:GIMNASIA | Concluyen los Campeonatos del Mundo

La nueva princesa

La estadounidense Anastasia Liukin consigue a los 16 años cuatro medallas en Melbourne

Amaya Iríbar

La estadounidense Chellsie Memmel es la nueva campeona del mundo de gimnasia. Sin embargo, ha sido eclipsada por su compatriota Anastasia Liukin, un talento de sólo 16 años que en su primera gran cita internacional se ha llevado de los Campeonatos del Mundo de Melbourne cuatro medallas y, sobre todo, ha dejado la sensación de que hay estrella para rato.

A simple vista, Nastia parece una gimnasta cualquiera. Una niña diminuta, de ojos grandes, piel blanquísima y pelo rubio estirado en una coleta. Tal vez, un poco más risueña. Tal vez, algo más estilizada, con las piernas delgaditas más propias de la gimnasia rítmica que de la potencia que exige la artística. Pero cuando sube a los aparatos se adivina a una atleta de primera, de ésas capaces de dominar su deporte durante años.

Liukin no es la gran Nadia Comaneci, la rumana que revolucionó este deporte a mediados de los setenta, con el primer 10 de la historia, y abrió la puerta a las niñas campeonas. Sus ejercicios no son mucho más difíciles que los de sus rivales. No destacan por su potencia ni por su fuerza. La diferencia está en la forma en que hace esos mismos ejercicios, en una técnica casi perfecta y en que sus composiciones valoran por igual los elementos acrobáticos imposibles y las partes rítmicas. Es una vuelta a la gran gimnasia de los ochenta. A Yurtchenko, Szabo o Shushunova. Tras su ejercicio de suelo, a ritmo de tango, que le valió la plata, se intuyen horas y horas de ballet clásico al más puro estilo ruso.

No es una casualidad. La niña nació en Moscú, aunque se ha criado en Estados Unidos. Por sus venas corre sangre de gimnasta de primera calidad. Su padre, que hoy no se separa de ella y guía su carrera como entrenador, es el campeón olímpico de 1988, Valeri Liukin, el primer hombre que fue capaz de hacer un triple mortal en suelo. Su madre, Ana Kotchneva, perteneció al conjunto de rítmica de la antigua Unión Soviética. Emigrados a Norteamércia a principios de los noventa, hoy regentan un gimnasio en Plano (Tejas) del que no sólo ha salido su hija, sino también la actual campeona olímpica, la estadounidense Carly Patterson, hoy más interesada en una incipiente carrera musical que en la gimnasia.

Esa mezcla puede explicar también, al menos en parte, la carrera deportiva de Nastia, que no tiene nada que ver con la de sus predecesoras. Si a la rusa Svetlana Jorkina y a la bielorrusa Svetlana Boginskaya les costó un par de Mundiales colocarse en la élite, su sucesora era conocida desde hace un par de años. Se paseaba por los campeonatos júniors de Estados Unidos, el país en el que más gimnastas de nivel hay. También era conocida fuera del gimnasio. Pese a no tener la edad mínima para competir en los Juegos Olímpicos de Atenas, protagonizó uno de los anuncios de Adidas. No lo hizo sola. Compartía paralelas con Comaneci, que parecía entregarle el testigo.

Melbourne ha visto, pues, que Liukin tiene cualidades, potencial mediático, algo que deberían aprovechar los dirigentes de un deporte cuestionado por su dureza y por la edad de sus campeonas, y la cabeza necesaria para aguantar en los momentos de máxima presión. En los cuatro días de competición no ha fallado un solo ejercicio, algo increíble para una gimnasta con apenas experiencia internacional. Lideró las pruebas de clasificación, perdió el título absoluto por una milésima de punto y se llevó por una diferencia mucho mayor los de paralelas y barra. Sin titubeos. Es más, los entendidos saben que perdió ante Memmel en el salto, donde el ejercicio escogido valía una décima menos que el de sus rivales.

La gimnasia femenina buscaba una estrella tras la retirada de Jorkina. Ya la ha encontrado. La duda es si llegará a tiempo para los Juegos de Pekín 2008. Liukin tiene 16 años y el cuerpo de una niña. En un deporte donde crecer cuatro centímetros puede ser dramático, dos años y medio pueden ser demasiado tiempo. Hasta que eso ocurra, la gimnasia puede disfrutar de su nueva princesa.

Liukin, ayer en uno de sus ejercicios.
Liukin, ayer en uno de sus ejercicios.EFE

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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