La rebelión de los modestos

Dicen los manuales de baloncesto que quien domina el rebote gana. Que cada rechace robado de las manos del rival supone una posesión extra, una nueva ocasión de anotar. Que dominando la zona se domina el partido. Lo que no recogen los anaqueles, lo que obsesiona a los entrenadores y sus pizarras, es que el baloncesto es un deporte de momentos: el Madrid, imponente en el rebote, un grupo de jugadores fuertes y atléticos, cayó ayer contra el Fuenlabrada, el vecino pobre, porque perdió uno y mil balones y salió descolocado en todas las fotografías del partido.

El Fuenla tenía preparada una receta con dos ingredientes: no desesperar y pegarse a Bullock, el único anotador puro del Madrid desde que Rakocevic se ha lesionado. Por eso no le importó que el Madrid dominase los dos primeros cuartos. Por eso no se desesperó cuando Hamilton empezó a acumular rebotes. Y por eso siguió esperando su momento: una técnica señalada contra el pívot hispanoamericano permitió al Fuenlabrada anotar siete puntos y llegar tres por debajo al descanso. En la primera foto, el Madrid salía serio.

Las noticias no eran buenas para el equipo entrenado por Maljkovic: Hervelle, el hombre que acaudilla las sensaciones y el espíritu del Madrid, había sido excluido (m. 32) por agredir a Salva Guardia. Bullock no anotaba. Y un letón, de apellido Vitols, había descubierto que podía hacer carrera sin anotar ni asistir a sus compañeros, sin rebotear ni embellecer sus estadísticas. Vitols, 95 kilos de pura fibra y nervio, estaba sobre la pista con un único propósito, marcar a Bullock y explotar el defecto más evidente del grupo de magníficos atletas que forma el Madrid: falta un tipo bajito y delgado. Un base.

Justo lo que sobra en el Fuenlabrada. Allí juega un chico que no llega a 1,90. Se llama Sergio Sánchez y gasta fama de tipo rápido y agresivo, de hombre predispuesto a la carrera y poco dotado para la pausa. No sería ayer: sólido en la dirección y brillante en el tiro, tumbó al Madrid y demostró lo que puede llegar a hacer un base.

En el Madrid, que marcha renqueante por la Liga y brilla en Europa, ya lo sabían. Lo sabe Maljkovic, que por eso pide a sus jugadores que jueguen rápido y sin elaboración. Lo saben Bullock y Sonko, su prolongación sobre la pista, que miran al banquillo esperando instrucciones cada vez que el rival tiene tiempo para montar su defensa. Y lo sabía Luis Casimiro, el entrenador del Fuenla, que pudo sonreír satisfecho en la foto final. Sí, el Madrid había cogido muchos rebotes (32), pero entre su pizarra, Vitols y Solana habían conseguido que tuviera 18 pérdidas. "Un buen equipo no puede perder tantos balones", admitió Maljkovic, que ya sabe que el Fuenla, recién ascendido, está por encima del Madrid y el Estudiantes en la clasificación.

Precisamente un ex madridista especializado en defensa, Mario Stojic, autor de 20 puntos, cerró la jornada de la rebelión de los modestos al liderar la victoria del Menorca, otro recién ascendido, contra el Barcelona, el líder de la ACB, que llegaba invicto al partido. Navarro, el bombardero azulgrana, no jugó, aquejado de una gastroenteritis. Y el Menorca, apoyado en los 19 puntos de Stimac, venció por 82-70.